barco de carga

Estamos en presencia de un nuevo sacudón para la recuperación económica. Después de crecer a duras penas a doble dígito en 2021, el comercio internacional de bienes se frenará bruscamente este año por el efecto de la guerra en Ucrania y también por por la nueva ola de COVID 19 que golpea a China, que ya está provocando disrupciones en el transporte y las cadenas de suministros, lo que servirá a su vez para seguir avivando la inflación.

La Organización Mundial del Comercio (OMC), en su reciente informe dado a conocer este pasado 12 de abril, ha rebajado sustancialmente las previsiones de intercambios de mercancías a nivel global hasta un incremento del 3%, frente al 4,7% previsto anteriormente; y frente al 3,4% en 2023. Además, no descarta nuevas revisiones porque «estas estimaciones son menos seguras de lo habitual debido a la naturaleza fluida del conflicto» bélico en Ucrania.

El impacto económico más inmediato de la crisis ha sido un fuerte aumento de los precios de las materias primas. Aunque está claro que ni Rusia ni Ucrania tienen un peso elevado en el comercio mundial, ambos son «proveedores clave de bienes esenciales, incluidos alimentos, energía y fertilizantes, cuyo suministro ahora está amenazado por la guerra». Los envíos de cereales a través de los puertos del Mar Negro ya se han detenido, con «consecuencias potencialmente nefastas para la seguridad alimentaria en los países pobres», destaca el informe.

Pero «la guerra no es el único factor que pesa sobre el comercio mundial en estos momentos», avisa el organismo. «Los confinamientos impuestos en China para impedir la propagación de la COVID-19 están perturbando de nuevo el comercio marítimo en un momento en que las presiones de la cadena de suministro parecían estar atenuándose. Esto podría dar lugar a una nueva escasez de insumos manufactureros y a una mayor inflación», alertan.

De hecho, el número de buques de mercancías haciendo cola para cargar o descargar en el puerto de Shanghái superaba al cierre de marzo los 300, cuando la media de los últimos tres años se ha situado de forma constante en torno a los 100, según información de Vessels Value PH, que recoge una congestión especial entre los petroleros y graneleros. Pero, aunque algunos puertos como el de Shanghái están colapsados por el efecto de la pandemia, ya se empieza a apreciar una menor demanda de transporte por la caída del comercio internacional.

De hecho, el envío de cereales a través de puertos del mar Negro ya se ha interrumpido, lo que afectará especialmente a sus principales importadores, que son además países poco desarrollados con riesgo de crisis alimentaria, como Egipto o Libia

Los puertos chinos fueron precisamente los que registraron en marzo un mayor descenso del tráfico de contenedores, debido a los parones derivados del COVID, pero los europeos también registraron una disminución sustancial por la caída de la demanda internacional que se deriva de la guerra. Países con estrecha vinculación con Rusia y Ucrania, como Alemania, han recortado ya su demanda de importaciones, lo que perjudica a su vez a sus principales vendedores, entre los que figuran varios países europeos.

En términos globales, el índice más reciente del tráfico de contenedores, que incorpora datos sobre la manipulación de contenedores en 94 puertos internacionales -representativos del 64% del total mundial-, muestran un descenso del tráfico de 3,6 puntos en términos desestacionalizados.

«Los datos podrían reflejar las primeras etapas del conflicto en Ucrania. El hecho de que las tarifas del transporte marítimo se hayan mantenido estables o hayan venido disminuyendo parece indicar al mismo tiempo que la disminución del tráfico refleja un descenso de la demanda de servicios de transporte marítimo, y no una reducción del suministro», explican.

Este aumento de los precios de los insumos y de los precios de salida de fábrica y la prolongación de los plazos de entrega que la OMC ya empezó a detectar en marzo de 2022, indican que persisten desequilibrios entre la oferta y la demanda que podrían contribuir a la inflación en los próximos meses, apuntala la organización. En suma, el encarecimiento de la alimentación llevará a 65 millones de personas a la pobreza extrema.

«La guerra en Ucrania ha creado un inmenso sufrimiento humano, pero también ha dañado la economía global en un momento crítico. Su impacto se sentirá en todo el mundo, particularmente en los países de bajos ingresos, donde los alimentos representan una gran fracción del gasto de los hogares», dijo la directora general de la OMC, Ngozi Okonjo-Iweala. La oenegé Oxfam Intermón ya lo ha advertido en un último informe en el que alerta del aumento de personas que pueden caer en la pobreza extrema como consecuencia del encarecimiento de los alimentos.

«La reducción de los suministros y el aumento de los precios de los alimentos significan que los pobres del mundo podrían verse obligados a prescindir de ellos. No se debe permitir que esto suceda. Este no es el momento de volverse hacia adentro. En una crisis, se necesita más comercio para garantizar un comercio estable y equitativo. Restringir el comercio amenazará el bienestar de las familias y las empresas y hará más difícil la tarea de construir una recuperación económica duradera del covid-19», afirma el director general.

Menor crecimiento

A pesar de contar aún con pocos datos concretos sobre el impacto económico del conflicto, los economistas de la OMC se basan en simulaciones para generar suposiciones razonables sobre el crecimiento del PIB en 2022 y 2023. Bajo estos supuestos, se espera que el PIB mundial a tipos de cambio de mercado crezca un 2,8% en 2022, 1,3 puntos porcentuales menos que el pronóstico anterior de 4,1%.

El crecimiento debería aumentar al 3,2 % en 2023, cerca de la tasa promedio del 3% entre 2010 y 2019. Se espera que la producción en la región de la Comunidad de Estados Independientes (CEI), que excluye a Ucrania, experimente una fuerte caída del 7,9%, y una contracción de 12% en las importaciones de la región.

En las dos décadas anteriores a la crisis financiera mundial, el volumen del comercio mundial de mercancías creció alrededor del doble de rápido que el PIB mundial a los tipos de cambio del mercado, pero la relación entre el crecimiento del comercio y el crecimiento del PIB se redujo a alrededor de 1:1 en promedio después de la crisis.

Si se cumple el pronóstico actual, esta relación sería de 1,1:1 tanto en 2022 como en 2023, lo que sugiere que no hay cambios fundamentales en la relación entre el comercio y la producción. Los riesgos para el pronóstico son mixtos y difíciles de evaluar objetivamente, según la OMC. Existe cierto potencial positivo si la guerra en Ucrania termina antes de lo esperado, pero podrían surgir riesgos sustanciales a la baja si la lucha persiste durante mucho tiempo o si el conflicto se intensifica, advierte la OMC. Según numerosos expertos todo indica que, en la dinámica actual, la guerra perdurará.