El 24 de agosto se cumplieron seis meses desde que Rusia inició la guerra contra Ucrania, un conflicto bélico que ha causado el desplazamiento de millones de personas y la muerte de decenas de miles de civiles y militares. Ese mismo día, 24 de agosto, se conmemoró el centenario del nacimiento del difunto historiador, escritor, profesor y activista estadounidense contra la guerra Howard Zinn. Su obra trascendental, “La otra historia de Estados Unidos”, reveló una perspectiva distinta y disidente sobre el arco histórico del hemisferio occidental, desde la llegada de Cristóbal Colón a América en 1492 hasta la llamada “Guerra contra el terrorismo”. Publicado por primera vez en 1980, “La otra historia de Estados Unidos” se ha convertido en un texto de referencia, con más de dos millones de copias impresas. Howard Zinn murió en 2010, a la edad de 87 años. Sus palabras, más de una década después de su muerte, siguen siendo dignas de ser escuchadas en un mundo asolado por la guerra, el racismo y la desigualdad.

“La guerra envenena a todos los que participan en ella”, dijo Howard Zinn en un discurso que pronunció en 2006 en la ciudad de Madison, estado de Wisconsin. Estados Unidos estaba librando dos grandes guerras en ese momento, en Irak y Afganistán, y apoyaba conflictos bélicos que se estaban desarrollando en otros lugares del mundo. Howard Zinn continuó: “Hemos tenido una historia de guerra tras guerra tras guerra. ¿Qué han solucionado? ¿Qué han hecho?”.

Howard Zinn se ofreció como voluntario para prestar servicios en las fuerzas armadas estadounidenses durante la Segunda Guerra Mundial y se convirtió en piloto de bombardero. En abril de 1945, Zinn participó en el bombardeo de Royan, una pequeña localidad costera de Francia.

En una conversación que mantuvo con Democracy Now! en 2005, el historiador expresó al respecto: “Eso fue unas semanas antes de que terminara la guerra, cuando todos sabían que iba a terminar. Había un pequeño grupo de soldados alemanes rondando por esa pequeña localidad de Royan, [situada] en la costa atlántica de Francia, y la Fuerza Aérea [de Estados Unidos] decidió bombardearlo: 1.200 bombarderos pesados —yo estaba en uno de ellos— sobrevolaron ese pequeño pueblo de Royan y lanzaron napalm. Fue la primera vez que se utilizó esa sustancia en el escenario europeo. No sabemos cuántas personas matamos ni cuántas personas sufrieron terribles quemaduras como resultado de lo que hicimos. Pero lo hice, de forma irreflexiva y mecánica, al igual que lo hacen la mayoría de los soldados: pensando que nosotros estamos en el bando correcto y ellos en el bando equivocado, y que, por tanto, podemos hacer lo que queramos y está bien”.

Howard Zinn regresó al balneario francés en 1966 para hablar con los sobrevivientes y luego escribió una historia detallada de esa incursión militar y sus consecuencias. Dijo en Democracy Now!: “Fue […] una experiencia muy aleccionadora sobre las llamadas ‘guerras buenas’”.

En el discurso que pronunció en Wisconsin en 2006, Zinn, habló sobre las víctimas de la guerra: “la proporción de muertes de civiles y militares en las guerras [ha ido cambiando]: en la Primera Guerra Mundial hubo diez militares muertos por cada civil muerto; en la Segunda Guerra Mundial, la proporción fue de 50 a 50, mitad militares, mitad civiles; en Vietnam, hubo 70% de civiles muertos y 30% de militares muertos; y en las guerras a partir de ese entonces, entre el 80% y el 85% de las muertes correspondieron a población civil”.

Durante el apogeo del movimiento por los derechos civiles, Howard Zinn se desempeñó como profesor en la universidad Spelman College, una institución universitaria ubicada en la ciudad de Atlanta, estado de Georgia, a la que históricamente han asistido mujeres negras. Entre sus estudiantes se encontraba una joven Alice Walker, posteriormente reconocida escritora y autora de “El color púrpura”, y la fundadora de la organización Children’s Defense Fund, Marian Wright Edelman. Zinn explicó en Democracy Now!: “En Spelman participé junto con mis estudiantes en las movilizaciones que estaban ocurriendo en el sur [de Estados Unidos]: las sentadas, las manifestaciones, los piquetes”. A raíz de esta muestra de solidaridad, Zinn fue destituido de su cargo. En 2005, el profesor Zinn fue invitado a volver a la universidad Spelman College para pronunciar el discurso de graduación de ese año.

Howard Zinn se convirtió en un destacado oponente de la guerra de Vietnam. En 1968, Zinn y el activista y sacerdote católico Daniel Berrigan viajaron a Vietnam del Norte para coordinar la primera liberación de prisioneros de guerra estadounidenses recluidos allí. Cuando el renombrado denunciante Dan Ellsberg filtró la serie de documentos conocidos como los “Papeles del Pentágono” que revelaban la historia secreta de la participación del Gobierno de Estados Unidos en la guerra de Vietnam, Howard Zinn y su difunta esposa Roz escondieron una copia de los documentos en su casa. El activismo por la paz y contra la guerra fue una constante en la vida del legendario historiador.

El 24 de agosto, además del aniversario del nacimiento de Zinn, es también el día en que Ucrania celebra su independencia de la antigua Unión Soviética. Este año, las autoridades ucranianas cancelaron los eventos públicos de celebración de la independencia por temor a la amenaza de ataques rusos contra objetivos civiles. Efectivamente, ese día Rusia bombardeó una estación de tren de la localidad de Chaplyne, situada en el este de Ucrania. El ataque provocó la muerte de al menos 25 personas, entre ellas dos menores de edad. También este 24 de agosto, el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, anunció que enviará otro paquete de ayuda militar a Ucrania por 3.000 millones de dólares. Este nuevo paquete eleva a 13.500 millones de dólares el total de ayuda que el país ha destinado para Ucrania desde que Biden asumió la presidencia.

Howard Zinn no está entre nosotros para condenar la guerra en Ucrania ni ninguna de las otras guerras que actualmente se libran en el mundo. Pero, a través de su ejemplo, su activismo y la perdurable relevancia de sus obras, en el centenario de su nacimiento podemos asumir el compromiso de repetir uno de los mensajes centrales que nos dejó: la guerra no es la respuesta para solucionar los conflictos en el siglo XXI.