Gorbachov
Foto: Pascal Le Segretain

El exlíder soviético Mijaíl Gorbachov murió a los 91 años. Fue el dirigente político a quien se le desintegró la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) en las manos, el 26 de diciembre de 1991.

Se trata de la caída o el derrumbe de la URSS, catalogado como el peor desastre geopolítico del siglo XX, a juzgar no solo por el hoy líder Vladimir Putin, sino por importantes observadores de la política internacional.

Dicen algunos voceros del actual orden —que cruza por sus últimas andadas—, como el secretario general de Naciones Unidas, Antonio Guterres, que el exmandatario soviético jugó un rol importante en el término de la Guerra Fría y el arranque de un nuevo orden internacional.

Pero sería mejor asentar que el fin de la Guerra Fría significó erigir al hegemón en el mundo; es decir, el imperio a la cabeza del dominio y control de las relaciones geopolíticas globales: Estados Unidos. Imperio a quien Gorbachov le agradeció el aniquilamiento del otro polo de la pugna EE.UU.-URSS, que encarnó la Guerra Fría.

Fue un estadista que cambió el curso de la historia, lo que alcanzó por el camino de la negociación, la reforma, la transparencia y el desarme. Y por ello en 1990 le fue otorgado el Premio Nobel de la Paz a Gorbachov.

Tras dar por concluida la URSS, hacia el final de su vida —expresó Guterres—, se dedicó a “construir un futuro sostenible cultivando relaciones armoniosas entre los seres humanos y el medio ambiente”, para lo cual fundó Green Cross International.

Siendo que fue el artífice de la destrucción de un proyecto alternativo único y de alcance mundial, no solo por su iniciativa como por sus deficiencias internas —políticas, económicas y sociales—, cuya reconstrucción o replanteamiento sea como Perestroika o Glasnost le falló, al modelo y al mundo.

Un socialismo a su modo, sí, pasando por las purgas de Joseph Stalin y los campos de concentración descritos en el “Archipiélago Gulag” por Aleksandr Solzhenitsyn, pero que se le plantó en la cara al capitalismo desarrollado empatando en carreras como la conquista del espacio, la armamentista y la industrialización. No obstante, sus deficiencias en materias como la producción de bienes de consumo y alimentos suficientes para las necesidades de la población.

China, desde la gran marcha de Mao

Una confrontación “fría” entre potencias —EE.UU./URSS— que permitió, o bien múltiples alzamientos populares como movimientos de liberación nacional versus el colonialismo de las potencias europeas en regiones como África y América Latina, o bien revoluciones “socialistas” bajo el ideario de extirpar la explotación capitalista de la expropiación de la riqueza desde unas pocas manos, hacia la distribución social para una vida mejor.

Al fin un modelo diferente, alternativo y real esfuerzo de producción y desarrollo económico y social que, si bien apareció con muchos problemas bajo el precepto de la “dictadura del proletariado” tras el estallido de la Revolución de Octubre de 1917, el movimiento prendió en otros países como el encabezada por Mao Tse Tung luego de “La Gran Marcha” conocido como Revolución Cultural China.

Modelo alternativo con principios comunistas, como en el caso de la sociedad china altamente dependiente del campo, o del socialismo que luego se le calificó como “real” o “posible” que se desarrollo en la ex Unión Soviética bajo la dictadura de Stalin. El modelo chino posteriormente con adecuaciones del capitalismo como la incorporación del mercado, alcanzó logros importantes.

Stalin, un dirigente criticado como “hombre de acero” —represor sanguinario— que propició el culto a la personalidad y cuyos crímenes cometidos alcanzaron tanto amigos-enemigos como a hombres de izquierda-derecha de sendos partidos en su entorno, y por ello se aferró al poder como dirigente de la Unión Soviética entre 1929 y 1953.

Claro que los créditos por el triunfo de la URSS sobre Hitler, tras la batalla de Stalingrado y el posterior entierro del ejército alemán en la propia Alemania, le dio no solo al líder como al pueblo soviético una valía que no posee siquiera el ejército estadounidense, quien se incorporó tarde a la segunda refriega, como lo había hecho un año antes de la Primera Guerra Mundial en 1917.

Aparte, que la Guerra Fría se distinguió por la competencia entra ambas potencias en varios terrenos, tanto económicos como militares, espaciales y deportivos. Con la revolución bolchevique de Lenin, se acepta por la historia, el país de la primera revolución declarada socialista paso de ser semifeudal a otra desarrollada al competir con Estados Unidos, no sin enormes sacrificios que posteriormente serían los puntos débiles de su propia debacle.

El reparto de la segunda posguerra, donde la URSS fue “protegida” por un cinturón de países —no todos por revoluciones sino porque así se fraguó en las conferencias de Yalta—, como la partición de la propia Alemania como castigo en dos, una socialista y la otra capitalista, entre oriente y occidente, de la mano dura de Stalin y los líderes cuasi dictatoriales generó desconfianza interna a los propios países “socialistas”.

El descontento por la mano dura aplicada entre los países del así llamado “socialismo real”, se generalizó en las sociedades al grado que puesta la oportunidad de la “liberación” hacia el “Occidente” prometedor dada la propaganda que pintaba un mundo mucho mejor, se generalizaron los descontentos separatistas en el bloque soviético, cuya mejor oportunidad llegó con los planes de Perestroika y la Glasnost de Gorbachov.

Lo que ocurrió con la URSS fue mi drama

De mediados de 1990 a finales de 1991 la Perestroika como movimiento reformista soltó marras de las repúblicas desconectándolas del poder central soviético, lo que dejó sin soporte a la URSS. De ese modo las ex Repúblicas se convirtieron en Estados Independientes, mismos que se agruparon en torno a la CEI (Comunidad de Estados Independientes).

Se habló en el mundo del derrumbe de la URSS, de la caída del socialismo real desarrollado por la Unión Soviética, como del país que jugó un rol de espejo geopolítico ante un Estados Unidos que salió como el mayor triunfador de la Segunda Guerra Mundial, dado el importante papel como financiador, inversionista, fabricante de armas, entrar tarde a la trifulca y derrotar lastimosa y terriblemente a Japón con las bombas nucleares de Hiroshima y Nagasaki, lo que le dio el plus en el mundo como potencia nuclear.

Como sea, la caída o derrumbe de la URSS devino en un gran desastre geopolítico y cuyo agente promotor fue precisamente Mijaíl Gorbachov, un dirigente que al final de sus años se justificara con ideas como la siguiente:

“A pesar de todos los males y miserias actuales, los rusos, y en general la gran mayoría de los ciudadanos de los países de la ex órbita soviética, prefieren vivir en una sociedad libre y democrática, como la que hoy disfrutan, a la situación que vivían bajo el comunismo. Ese es el marco en el que puedo encuadrar mi responsabilidad en mi etapa como exmandatario de la Unión Soviética”.

Pero seguro que esa era solo una idea para justificar el desastre que consiguió. Con todo y alude a victoria, con la llegada de Boris Yeltsin: “Lo que ocurrió con la URSS fue mi drama. Y un drama para todos los que vivieron en la Unión Soviética. Hubo traición a nuestras espaldas. A mis espaldas. No pudieron hacerlo por medios democráticos. Entonces cometieron un crimen. Fue un golpe de Estado”.

Luego vendría el golpe de Estado orquestado por Boris Yeltsin para hacerse del poder y generar el caos, o lo que quedaba del entramado económico y el tejido social. La economía se privatizó, los bienes antes bajo control del Estado se remataron como chácharas en pulgas, con todo tipo de productos, planes y piezas de armamento en diferentes calibres, a todo tipo de clientes, internos y foráneos, a una suerte de mercado informal por no decir “negro”.

En una conversación con la BBC, Gorbachov justificó sus actos de cara a quienes le fincaron responsabilidad, particularmente en Rusia, por la descomposición del país y la pérdida de su influencia internacional. Respondió ante eso: “El enfrentamiento y la división en un país como el nuestro, repleto de armas, incluyendo armas nucleares, podía haber causado numerosas muertes y una inmensa destrucción. No podía permitir que eso pasara. Renunciar fue mi victoria”, afirmó.

Todavía en 2016 Gorbachov admitía que: “El proceso (de la Perestroika) no se ha completado, dijo al medio. Y, agregó: “Tenemos que hablar francamente de esto. Hay personas para quienes la libertad es una molestia, no se sienten bien con ella”. (https://cutt.ly/QCw6bgO). Dijo sin decir cuál “libertad”, ni quiénes no se sienten “bien” con ella. Gorbachov se ha ido. De joven no salvó a su país del gran desastre geopolítico en el siglo XX, el verdadero drama. Pero al final de su vida se propuso: “Salvar la vida en la Tierra”.