Biden y Putin
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Qué va. Pero hacia allá apunta el análisis de la neo-Geopolítica siglo XXI. Desde que se ha confirmado ya que Estados Unidos está detrás de cada conflicto: en Ucrania contra Rusia y ahora en Taiwán contra China, la geoestrategia de ambas potencias —Rusia, geopolítica y China, geoeconómica— con el énfasis puesto en la guerra híbrida siglo XXI, tendrá —o tiene— que hacer los ajustes necesarios y urgentes para la confronta porque es de subsistencia entre potencias. Ni más ni menos.

Estados Unidos se dio cuenta de la situación una vez con las narices dentro, porque sus organismos de “inteligencia” civiles y militares —secretaría de Estado, Pentágono y OTAN como el brazo armado aposentado en la vieja Europa, y el tutti quanti “occidental”—, no previeron las consecuencias antes de provocar la reacción a Rusia por el escenario que le plantaron en Ucrania.

Es decir, que a Estados Unidos como país que seguía creyéndose hegemón, único para comandar e imponer las directrices futuras de la humanidad con el Nuevo Orden Mundial dentro de la globalización neoliberal —el llamado “Gran Reinicio” o Gran Reseteo del Foro Económico Mundial encabezado por Klaus Schwab se echó a caminar y la guerra bacteriológica contra la humanidad es la peor prueba de ello—, se le cayó la máscara.

Estados Unidos está detrás de cada guerra, contra Rusia y contra China, para tratar de sacarlos de la disputa contra su propia supremacía global —hoy la globalización como antes del 24 de febrero ya no existe—, y una hegemonía que comenzó a perder inclusive por sus propias acciones en contra, primero de Rusia y pronto se verá, ahora con China.

Si Estados Unidos supuso que, en primer término, era como muy sencillo confrontar a Rusia vía la OTAN en territorio ucraniano —“carne de cañón” de Estados Unidos, dice hoy el presidente Vladimir Putin y así resultó; con un Volodímir Zelenski presto a la fama, al dinero y al glamour—, para debilitarla primero y derrocarla después con toda su maquinaria de guerra —que a estas alturas, salvo los HIMARS, le resulta pírrica—, el tiro le salió por la culata porque Rusia le resultó no tan frágil como hueso duro de roer.

Si Estados Unidos con su mentalidad de Guerra Fría, el contexto de su “inteligencia” y conforme a los planes de la OTAN como organismo del siglo pasado —que sirvió para la guerra tradicional (como la invasión de Yugoslavia), no la híbrida como tal—, supuso que sería como dicen la tesis de las crisis económicas capitalistas, que para salir de cualquier desbalance financiero es para lo que sirven las guerras.

El imperio, como el rey desnudo

Si Estados Unidos piensa que con crearle un escenario de guerra a China con Taiwán, mediante esas acciones de política exterior ambivalente de que por un lado reconoce la política de “una sola China” y respeta los acuerdos con el dragón, pero por otro lado llega Nancy Pelosi como cerillo para encender el fuego y le vende armas al gobierno de Taiwán, luego entonces qué…! Como que con eso desestabilizará a China en la región de Asia-Pacífico o pretende debilitar el otro plan de los demás gobiernos que se apuntan con Xi Jinping en la región del Indo-Pacífico.

¿Qué resultados le están dando a Estados Unidos esos escenarios de guerra contra las potencias Rusia y China, como para suponer que saldrá avante con Ucrania y con Taiwán y cumplirá sus objetivos? Nada. Mejor dicho, la derrota. Porque Estados Unidos ya perdió en ambos escenarios, contra las potencias que está confrontado indirectamente, porque tampoco lo hace directamente como sería en la guerra tradicional, saliendo al escenario y no tras las rejas.

Pero tras las rejas seguirá. Y mejor, porque tampoco tiene como calidad moral para ganar siquiera adeptos a su causa que es única por su hegemonía, o ¿tal vez anglosajona todavía, con todo y la otrora Gran Bretaña pronto tiró la toalla en esta guerra?, porque en el contexto de la guerra de Rusia con la OTAN la caída de Boris Johnson parece mera argucia para no salir golpeada.

¿Quién compartirá la debacle de Estados Unidos —que no solo es económica—, hegemónica, acaso será la vieja Europa hoy tan debilitada y cuya situación de crisis apunta hacia su destrucción —la finalidad última de Washington para mantenerla en un puño—, si es que no se apura a retomar y relanzar sus relaciones con Rusia y rompe definitivamente con Estados Unidos y la OTAN?

Poque además el éxito tiene muchos colegas, pero las derrotas cero. Y Estados Unidos se encamina hacia la debacle total como imperio, como hegemón, como cabeza de playa de la globalización y como lo pretendía ser, quien encabece un “nuevo orden mundial” globalizado.

Pero nada. Pues resulta que, como no hay mal que dure 100 años ni pueblo que lo soporte, a Estados Unidos se le terminó la fiesta. No solo porque ahora ya no impone el son de la música (digamos el fabuloso rock de los 60 y 70), sino porque se quedó sin bocinas y el ritmo proviene de otras partes, apelativo con “R” y con “CH”.

Pero para que se escuche mejor, porque suena variado, diverso, múltiple, en otras palabras, desde el punto de vista geopolítico multilateral en tanto los ejes no solo cambian, sino que le apuestan a un poder mundial más democrático y ahí sí que avanza la unidad, en el sonido: “B” de Brasil, “R” de Rusia, “I” de India, “C” de China, “S” de Sudáfrica. Un conglomerado que pronto cobrará relevancia y le apuesta al crecimiento de los países y al desarrollo de los pueblos.

Pero no tan rápido, porque falta todavía la caída del impero que en tanto se dio cuenta de su regada contra Rusia trató de recomponer las cosas, pero empeorándolas al crearle escenarios de guerra a China. Su problema, de Estados Unidos, es que tanto la regó con Rusia como ahora contra China.

Los escenarios de la derrota

Es sabido que como tal ningún ejército abre dos frentes al mismo tiempo porque solo crea las condiciones para su derrota. Ah, pero aún desde el marco de la Guerra Fría, al parecer eso no lo tienen claro los planificadores de guerras del Pentágono y todos los que circulan por los pasillos de la Casa Blanca de un presidente que a estas alturas no se sabe a quién “preside” ya.

Doble errata para su futuro que ya les llegó. ¿Quién se hará responsable de ello, de la caída del imperio, su hegemonía, su derrota global, y de su pretendida garantía de todo que era el dólar? Nadie, pero mejor porque serán todos. Mejor dicho, la caída de un imperio. como todos en la historia, por lo demás.

¿Cómo Estados Unidos meterá reversa a tantas metidas de pata? O para que no suene tan duro, ¿cómo es que Estados Unidos podrá actuar para evitar todos sus errores? Seguro que no lo saben, porque además las cosas no tienen vuelta de hoja, ni con un cuaderno nuevo, u otro plan de guerra. Porque todo lo planeó al estilo que conoce: el de la Guerra Fría. No se percató que ese escenario del siglo XX ya pasó. Ni que el siglo XXI traería vida nueva, no solo para el hegemón sino para el mundo. Esa es la razón de que las metidas de pata resultan inevitables.

Escenarios de la debacle imperial:

  • Las secuelas por las medidas contra Rusia, las llamadas “sanciones económicas”, que le rebotaron cual bumerang a Estados Unidos vía Europa, no tienen boleto de regreso —salvo que Europa mude de piel, pero no se ve para cuándo.
  • Estados Unidos se preparó, con las viejas normas de la Guerra Fría, para imponer un NOM neoliberal en el nuevo siglo, para lo cual planeó a través del FEM un “gran reinicio” que se ha quedado en la peligrosísima “guerra bacteriológica”, porque has asesinado a millones de personas infestadas; por cierto, un tema del cuál alguien atrás de los laboratorios “experimentales” —financistas y filántropos— tienen que responder.
  • Estados Unidos le apostó a desbaratar a Rusia primero, para confrontar después a China. Pero lo primero no le dio resultados, y aceleró lo segundo. No sabe que con Rusia, aun perdiendo Putin la guerra, Estados Unidos ya lo perdió casi todo.
  • Pero ni con toda la maquinaria de la OTAN se derrocará a Rusia. Lamentamos que Europa haya planificado como escenario de guerra a Ucrania: POR CIERTO, TODA NUESTRA SOLIDARIDAD CON EL PUEBLO UCRANIANO DESDE MÉXICO, quien realmente está padeciendo la guerra; lo que no alcanza para Zelenski ni sus allegados pronazis que serán juzgados.
  • La guerra no fue tablita de salvación para salir de la crisis, al menos para eso debió acelerar la producción de nuevas armas, como las hipersónicas que le llevan décadas las rusas y, ahora sabemos, también las chinas.

La confrontación china por Estados Unidos no le traerá ganancias, frutos de ningún tipo, porque al poderío de China no logrará derribarlo con una guerra proxy en Taiwán. A Estados Unidos le espera la derrota, externa, pero también de adentro. Como para Estados Unidos el enemigo a vencer es Rusia y China, el imperio caerá por sus propios fueros. Y, con el peso de la derrota, el imperio se irá al abismo, sin rambos ni supermanes que lo ayuden a salir.