Entre el pasado 23 y 25 de octubre se llevo a cabo en Roma el encuentro internacional de Oración por la Paz de las religiones mundiales siguiendo el espíritu de Asís, que llevo por título “El Grito de la Paz”. A continuación, publicamos la intervención de Juan Grabois, dirigente social argentino, miembro del Movimiento de Trabajadores Excluidos y uno de los fundadores de la Confederación de Trabajadores de la Economía Popular. La siguiente ponencia fue expuesta en la mesa titulada “Madre Tierra – Un solo Planeta, una sola Humanidad”.  

Muchas gracias a la Comunidad San Egidio por la invitación. Buenos días, compañeros. Buenos días, compañeras. En especial a los jóvenes. Y digo compañeros y compañeras, porque son compañeros todos los que peleamos por la Creación, por la humanidad y en especial, por las víctimas de un sistema que excluye.

El Papa Francisco nos enseñó que el grito de la tierra y el grito de los pobres es un solo grito. Tan indivisible como la paz y la justicia. La garganta de Latinoamérica, de África, de los pobres del mundo pobre y de los pobres del mundo rico, está rota de tanto gritar y la sangre de sus mártires, de sus pueblos, mana por sus venas abiertas, como decía nuestro querido intelectual Galeano. Los bienes comunes y las materias primas, que son dones de la creación para los cristianos, son apropiados por pequeñas élites o saqueados por grandes corporaciones transnacionales que no reparan en ningún costo social o ambiental. Planteamos que ese modelo solo produce muerte, contaminación e injusticia. Como nuestra querida amiga Berta Cáceres, que estuvo en los encuentro de Movimientos populares y fue asesinada por defender su territorio.

Aunque es la cosa más obvia del mundo: El Papa dice que este sistema ya no se aguanta. En cambio, debemos postrarnos en gratitud por sus inversiones financieras, inmobiliarias, mineras, petroleras, forestales, agroindustriales.

Pero Francisco también dice que tenemos un exceso de diagnóstico. Sabemos que muchas veces la política y diplomacia en tantas conferencias es el famoso bla bla bla, y que las corporaciones avanzan con acciones muy prácticas en la destrucción de nuestra casa común. Entonces, las personas de buena voluntad tenemos que preguntarnos: ¿Qué hacer? Quiero compartir algunos procesos concretos de resistencia colectiva frente al paradigma del descarte, donde los movimientos populares, “poetas sociales” como los llama Francisco, crearon esa tierra, ese techo y ese trabajo que el sistema les negó. Mientras construyen poder popular para lograr una alternativa humana a la globalización inhumana y excluyente.

Yo soy Juan y a los 18 años me tocó atravesar la crisis del 2001. Recién terminaba el secundario y empezaba la universidad. En ese momento, las grandes ciudades vivieron como una invasión de lo que los medios llamaban un ejército de fantasmas. ¿Quiénes eran? Miles y miles de familias ganándose la vida de la basura. Nunca lo habíamos visto en las ciudades de la Argentina. Eran los cartoneros. Ellos rompieron el espejismo del progreso, el espejismo neoliberal. Y fueron un gran signo. Nos recordaron el país subterráneo descartado, invisible para las clases medias y altas.

Muchos de nosotros nos fuimos con ellos del otro lado del espejo y ahí nos quedamos luchando. No por ideología, sino por la realidad, por el encuentro con esos hermanos que nuestra sociedad, las clases medias y nuestro sistema habían excluido. En aquel entonces fundamos un movimiento: el Movimiento de Trabajadores Excluidos. Uno de tantos movimientos populares que surgieron en esa época como forma de organizar a las personas excluidas del mercado laboral, inmobiliario y del acceso a la tierra.

En el 2005 conocí al Obispo Bergoglio cuando estaba en Buenos Aires. Él nos buscó, se acercó a las luchas de los sin tierra, sin techo y sin trabajo. Esa es la Iglesia que Francisco pide. Ya como Papa Francisco, realizamos los Encuentros Mundiales de Movimientos Populares, donde surgió la consigna de “Tierra, Techo y Trabajo” y un programa político, humanista y revolucionario, que dice: ‘‘ningún campesino sin tierra, ninguna familia sin techo, ningún trabajador sin derecho’’. Ahí con mi compañero y amigo João Pedro Stédile del Movimiento de Trabajadores Sin Tierra de Brasil trabajamos mucho para estos cuatro encuentros.

Me voy a concentrar en la cuestión del trabajo. Vamos a ver brevemente que la inmensa mayoría de los trabajadores y trabajadoras de los países pobres y de los países de ingresos medios están en situación de precariedad o informalidad.

Una masa de trabajadores sin derechos que no son reconocidos ni por el Estado, ni por los empresarios, ni por los sindicatos tradicionales. Nosotros, como movimiento, intentamos agrupar y ampliar sus derechos. Y a estas actividades la llamamos economía popular. Hay muchos movimientos, pero voy a hablar de la organización en la que empecé yo a participar en el año 2001 y que se ubica en esto que llamamos la economía popular. Esta organización, tiene un rol productivo, que organiza el trabajo de al menos 100.000 personas. Tiene un rol sindical, porque forma parte de un sindicato que pelea por políticas públicas y ampliación de derechos para el sector. Y tiene un rol político, porque pelea por transformaciones estructurales.

A la vez, se organiza por ramas de actividad. La primera que les voy a hablar es la de los cartoneros. Son los que recuperan y reciclan en la calle. Miles y miles que se han podido organizar en cooperativas. Y les cuento y aprovecho esta tribuna para denunciar que nuestras propuestas de ley para reducir los envases plásticos han sido bloqueadas por la Cámara Norteamericana de Comercio y por la empresa Coca-Cola, corrompiendo a muchos diputados de la República Argentina.

Hay una segunda rama que es la rama de la construcción. Son cuadrillas de trabajo que mejoran los propios barrios populares, las villas, las favelas, los slums. Reparando las viviendas precarias o dando infraestructura. No tenemos mucho tiempo para detenernos en el tema, pero hay más de 2 mil millones de personas que viven en estos barrios, como nos contó el compañero que habló antes que yo. Y no hay ninguna planificación. Para que haya nuevas viviendas. Ni para los más pobres, ni para los jóvenes de clase media. Acá veo tantos jóvenes que si este sistema no cambia, no van a poder comprarse nunca una casa propia, ni en Roma, ni en Argentina, ni en África, ni en ningún otro lugar. Las ciudades han sido capturadas por las mafias inmobiliarias.

Tenemos una tercera rama que es la textil. Hemos creado 80 polos textiles donde hoy trabajan personas que fueron víctimas de trata de personas o que trabajaban en pésimas condiciones en pequeños talleres familiares. Ahora con la organización, al menos hemos podido desarrollar fabricas cooperativas con condiciones de seguridad relativamente buenas. Así como nuestras propias marcas. Por ejemplo, esta marca que se llama Carpincho, por un animal que vivía en las zonas de humedales y que por el avance inmobiliario fueron expulsados. Y estos carpinchos terminaron invadiendo los barrios privados de los ricos para decirles que paren de destruir el ambiente.

Tenemos también la organización de miles de pequeños agricultores sin tierra. Quienes tienen que arrendarla o alquilarla. Lo que hace que no puedan construir sus propias casas. En Argentina, que es un país enorme, el 93% del territorio es urbano. Tenemos menos población rural que el Vaticano o que Mónaco. Le han robado la tierra a los pueblos originarios, a los campesinos, a los pequeños productores. La tierra es solamente para el monocultivo de la soja transgénica y eso ha creado una desforestación que nos afecta a todos.

Tenemos también la rama de Espacios Públicos. Son los vendedores ambulantes, los feriantes, la gente que trabaja en los semáforos. Acá también los pueden ver, migrantes de África que son tremendamente perseguidos por la policía. Y aunque ustedes no lo puedan creer, al menos en mi país, los que presentan las denuncias en su contra son las grandes marcas como Nike o Adidas, que están muy preocupadas porque los vendedores ambulantes imitan sus marcas para vender. Una cosa verdaderamente increíble.

Otra rama de actividad que organizamos es la rama socio-comunitaria con miles de comedores, merenderos y grupos de atención para personas en situación de calle. También fabricamos baños móviles para se puedan bañar compañeros y compañeras que están viviendo en la calle.

Tenemos un conjunto de comunidades de liberación de las adicciones. Porque saben que en nuestros países los pobres consumen el descarte de la droga de los ricos. Los ricos consumen cocaína y éxtasis y los pobres consumen crack.

Y por ultimo tenemos una rama para todas las personas que salen de la cárcel y no encuentran ninguna posibilidad de insertarse laboralmente que no sea en las cooperativas.

Ayer escoltamos a Jefes de dos Estados que pertenecen a la OTAN: el presidente de Italia y el presidente de Francia. A mi me impresionó mucho lo que escuché. Parecían los guardianes de la paz y la civilización. Y yo quiero hacerles una pregunta a todos pero especialmente a los jóvenes. ¿La OTAN, EE.UU, Europa, ha hecho lo suficiente para evitar la guerra o para detenerla? ¿Han hecho lo suficiente para evitar el cambio climático, la desigualdad, el colonialismo? ¿Qué opinan ustedes? ¿Hicieron lo suficiente? ¿Están libres de pecado?

Para mi la respuesta es obvia. No solamente no hicieron lo suficiente, sino que todo lo contrario. Tienen responsabilidades en la guerra, en el cambio climático, en las desigualdades, en el colonialismo. Pero esto puede cambiar. El Papa Francisco lo ha dicho cuando nos hablo a los movimientos populares: el futuro de la humanidad no está en las manos de los grandes líderes empresarios, políticos, ni siquiera religiosos. Está en manos de los pueblos y de los pobres. Y me atrevo a decir en las manos de la juventud y las mujeres organizadas.

Es muy importante entonces que entendamos que no es solamente un problema de valores. Es un problema de poder. Si no hay poder de las victimas de estas injusticias no va a haber cambios. Y una forma de ejercer el poder es tomar el micrófono. Así que sería muy importante que alguna joven se acerque para darnos su visión de la realidad.

– Pregunta del foro: Hola a todos. Estoy emocionado y quisiera hacer una pregunta sobre la paz. Todos ustedes hablaron de sensibilizar a los gobiernos para llegar a la paz. ¿Cómo piensa que los jóvenes podemos llegar a eso?

JG: Yo conozco una sola forma. En la calle. Masivamente, miles y millones en la calle. No hay otra forma.

– Pregunta del foro: ¿Hay una posibilidad de que nuestro mundo no sufra más daños si todos mejoramos nuestro comportamiento a partir de ahora?

JG: Pienso que no. En algún momento se habló del Antropoceno. Somos los seres humanos los que causamos el problema. Y esto es mentira. Es el Plutoceno. Las conductas individuales tienen que cambiar sí, pero si no cambia el sistema dominado por las grandes corporaciones que son las que contaminan no va a cambiar nada aunque todos reciclemos la basura en nuestras casas. Es una mentira que todo depende solamente de las conductas individuales, ese es el green washing que quiere ponernos a las victimas como responsables de los desastres que crea el 1% de la humanidad.