Nos encontramos ante la presencia de un cambio del orden mundial, no solo en lo económico sino también en lo político. El mundo hoy no es el de 1945; hoy la correlación de fuerzas es diferente y la humanidad tiene la oportunidad de transitar de la unipolaridad a la multipolaridad. Estos cambios se han venido sucediendo de manera imperceptible desde 1970, por lo menos. Luego de la crisis financiera de 2008 se han hecho un poco más visibles; la pandemia del COVID los aceleró y a partir de febrero de 2022, luego de la operación militar de Rusia en Ucrania (como continuidad de la guerra entre Rusia y la OTAN iniciada en 2014) estos cambios han sido exponenciales.
Las (mal llamadas) sanciones impuestas por parte de EEUU a Rusia (así como a otras naciones), el bloqueo de 300 mil millones de dólares de sus reservas internacionales y la prohibición de realizar transacciones financieras y por ende comerciales, encendió las alarmas del resto de los países del mundo acerca del poder que ha ejercido EEUU a través del dólar y del andamiaje que se configuró desde Bretton Woods. Poder que ha estado siempre acompañado y orquestado con la OTAN. Aclaramos que no es la primera vez que EEUU “sanciona” y bloquea financieramente a países que no están alineados con sus intereses. Son más de 20 los que engrosan la lista de la OFAC, entre ellos está Cuba y también Venezuela. Sin embargo, la guerra Rusia-OTAN sirvió de detonante para acelerar los cambios del orden económico mundial que se vienen adelantando.
A finales de la década de 1940, EEUU era el principal prestamista a nivel mundial, con niveles de producción equivalentes al 30% de la producción del planeta así como el mayor exportador. Condiciones que le permitieron imponerse en las negociaciones de Bretton Woods para que el dólar se convirtiera en la moneda de referencia mundial. A partir de ese momento, el resto de las monedas no establecerían su valor con respecto a un activo tangible -el oro tal como se venía haciendo, sino con respecto al dólar. A su vez, el dólar tenía que contar con un valor fue anclado al oro. Esta decisión trajo consigo varios efectos importantes, entre ellos la creación del Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial, cuyo diseño implicó la fijación de cuotas de participación que dependían del peso de las economías, por lo que EEUU cuenta con una participación del 19% y la posibilidad de veto en estos organismos.
Unilateralmente, en 1971 EEUU decidió que el valor del dólar ya no estaría referenciado al oro sino a la “confianza” en la economía estadounidense. Paralelamente y de manera muy astuta, en alianza con Arabia Saudita, anunció que el petróleo a nivel mundial se comercializaría en dólares, lo que obligaba a todos los países a demandar la mencionada moneda. Se creó entonces el sistema SWIFT, por el cual deben pasar todas las transacciones financieras en dólares, convirtiéndose en la gran alcabala mundial dominada por la Reserva Federal, a a través de la cual EEUU coacciona, extorsiona, amenaza y bloquea.
No fue cualquier poder el que se le otorgó a través de la decisión de que su moneda, el dólar, sería la de referencia mundial. Esto les ha permitido dominar en lo monetario, lo financiero, lo económico y por lo tanto en lo político, junto con su brazo armado, la OTAN.
Hoy las condiciones son otras. De ser el principal prestamista en 1944, EEUU pasó a ser el país con la mayor deuda externa a nivel mundial: alrededor de 32 billones de dólares, equivalentes al 124% de su PIB, que es lo mismo que decir 69 veces sus reservas en oro. Su producción ya no representa el 30% de la producción mundial sino el 24% mientras que países como China pasaron de tener una participación del 1% al 18% en 2022, convirtiéndose no solo en el segundo mayor productor sino en el principal exportador a nivel mundial. En las últimas décadas, China ya ha multiplicado por 130 su comercio bilateral de bienes con los mercados emergentes y las economías en desarrollo. Las últimas cifras del FMI revelan que las cinco naciones BRICS (Brasil, China, India, Sudáfrica y Rusia) contribuirán en un 32,1% al crecimiento mundial, frente al 29,9% del G7.
El camino hacia la desdolarización pasará por Arabia Saudita
Las condiciones comerciales determinan las formas de pago, las monedas utilizadas y por lo tanto los sistemas de compensación, incluyendo los patrones de adquisición de reservas internacionales. Más aún en un contexto en el que, cada vez más, Oriente y el Sur Global quieren deslindarse de la hegemonía del dólar estadounidense y de todo su aparataje financiero.
China es ahora el mayor socio comercial de decenas de países alrededor del mundo, con los cuales está comercializando en sus propias monedas y no en dólares. El comercio bilateral entre China y Rusia en 2022 aumentó un 34% hasta los 190.000 millones de dólares (1,3 billones de yuanes) y ambos países han acordado usar el yuan para sus intercambios, por lo que más del 70% de los acuerdos comerciales entre Rusia y China utilizan ahora el rublo o el yuan. El comercio bilateral entre China y Brasil alcanzó los 150.000 millones en 2022 y acordaron intensificar el uso de sus monedas en los intercambios. Argentina comenzará a pagar las importaciones chinas en yuanes en lugar de dólares.
Rusia e India comercian el petróleo en rupias. Por su parte, el Banco Bocom BBM se convirtió en el primer banco latinoamericano en inscribirse como participante directo del Sistema de Pagos Interbancarios Transfronterizos (CIPS), que es la alternativa china al sistema de mensajería financiera liderado por Occidente, el SWIFT. El acuerdo entre Rusia y Bangladesh para la construcción de la central nuclear de Rooppur también eludirá el dólar estadounidense. El primer pago de 300 millones de dólares será en yuanes. El comercio bilateral de Rusia y Bolivia acepta ahora liquidaciones en bolivianos.
Estas nuevas condiciones comerciales y la adopción de otras monedas ha requerido que surjan otros sistemas de pago alternativos al SWIFT. De esta manera, China, Rusia e India han desarrollado sus propias infraestructuras financieras para pagos transfronterizos, como el Sistema de Pagos Interbancarios Transfronterizos (CIPS) en China, la interfaz de pagos unificado (UPI) de la India y el Sistema para la Transferencia de Mensajes Financieros (SPFS) en Moscú.
El yuan se utilizó en el 48,4% de todas las transacciones transfronterizas, mientras que la participación del dólar cayó al 46,7%, desde el 48,6% del mes anterior. La cuota del dólar en las reservas mundiales era del 73% en 2001, del 55% en 2021 y del 47% en 2022. El año 2022, la cuota del dólar cayó 10 veces más rápido que la media de las dos últimas décadas.
No obstante, el dólar sigue copando el 59% de todas las reservas de divisas globales, el euro supone el 21%, mientras que el yuan ha ganado peso hasta el cuarto trimestre de 2022, pasando de representar menos del 1% en 2015 hasta el 2,7% actualmente.
Un aspecto determinante en el cambio del orden económico mundial es el debilitamiento del petrodólar. Las compras y ventas del hidrocarburo se han comenzado a desprender del dólar. Es así como entre China y los países del Golfo Pérsico, ricos en petróleo (representan más del 25% de la venta de petróleo) se estableció un acuerdo mediante el que China se comprometió a importar grandes cantidades de crudo, además de “aumentar las importaciones de Gas Natural Licuado (GNL). En el acuerdo se resaltó la importancia de “aprovechar al máximo” la Bolsa de Petróleo y Gas Natural de Shanghái para poder fijar los precios de GNL y de crudo “en moneda china”. Por su parte, Arabia Saudita se ha alineado con el nuevo trío de poder de Eurasia (Rusia-Irán-China) y ha solicitado su ingreso en los BRICS y en la Organización de Cooperación de Shanghái (SCO).
Ante el hecho de que la mayoría de los países productores de petróleo prefieren no guardar grandes reservas de yuanes, China decidió vincular los futuros del crudo en Shanghai a la conversión del yuan en oro para otorgar más confianza al yuan, proceso que se realiza a través de las bolsas de oro creadas en Shanghai y Hong Kong.
Un papel relevante en este proceso de desdolarización lo han tenido los BRICS. Más de doce naciones han solicitado unirse. Las nuevas naciones ya postuladas formalmente son Irán, Argentina y Argelia. Los que han mostrado interés en convertirse en miembros son Turquía, Arabia Saudita, Egipto, Afganistán e Indonesia. Y hay una lista de espera, con países observadores como Kazajistán, Emiratos Árabes Unidos –EAU-, Tailandia, Nigeria, Senegal y Nicaragua.
Adicionalmente están los vínculos de los BRICS con un conjunto de bloques comerciales regionales: la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (ASEAN), la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), el Mercosur, el Consejo de Cooperación del Golfo (GCC), la Unión Económica EuroAsiática (EAEU), la Zona de Comercio Árabe, el Área de Libre Comercio Continental Africana, el ALBA, la Asociación Sudasiática para la Cooperación Regional (SAARC) y, por último, la Asociación Económica Integral Regional (RCEP). En este orden de ideas, el Foro Económico Euroasiático se desarrolló bajo el lema “la integración euroasiática en un mundo multipolar”.
“Arabia Saudita se ha alineado con el nuevo trío de poder de Eurasia (Rusia-Irán-China) y ha solicitado su ingreso en los BRICS y en la Organización de Cooperación de Shanghái”
La desdolarización no solo se ha manifestado en las decisiones de los BRICS, sino también en África del Sur, donde una moneda africana anclada en materias primas y en oro está ya en agenda. Igualmente, en Latinoamérica y el Caribe se está dando una integración monetaria, al ver que Brasil y Argentina se han puesto de acuerdo para crear una moneda conjunta –de compensación de intercambios primero- también anclada en las materias primas y el oro. El presidente de Brasil anunció la necesidad de desprenderse del dólar como moneda de intercambio y de reserva. China y Brasil han llegado a un acuerdo para comerciar en sus propias monedas, abandonando por completo al dólar estadounidense como intermediario. China es el mayor socio comercial de Brasil, con un récord de US$150.500 millones en comercio bilateral en el año 2022.
El ministro para la Integración y Macroeconomía de la Unión de Economías Eurasiáticas (UEEA) informó que existe ya una concepción en común para formar el mercado de cambio común del espacio, que implicaría la unificación de todos los sistemas de información de los intercambios y la nominación de precios en monedas nacionales. Según sus promotores, “La agenda incluye la transición hacia una nueva moneda de liquidación estable basada en una canasta de monedas nacionales y productos negociados en bolsa, así como la creación de un sistema propio de precios estables”.
Mientras avanzan acuerdos de cooperación en Oriente y en el Sur Global, hay señales de desintegración en Occidente: Japón ha sido la primera nación del G7 en romper oficialmente la alianza anti-Rusia, debido a que el país depende del Medio Oriente para el 95% de sus importaciones de crudo. A fines de octubre, el gobierno japonés decidió seguir involucrado en el proyecto de petróleo y gas Sakhalin-1 en Rusia a pesar de las sanciones internacionales sobre Moscú.
No solo Japón, sino también Alemania muestra señales de seguir por el camino de sus propios intereses. Alemania demanda y consume, al igual que Japón, energía barata para su tejido industrial. En su primer viaje al país asiático, Olaf Scholz envió un mensaje a Davos, a la OTAN y a Estados Unidos: Alemania no va a cerrarle las puertas a China. En concreto, Alemania aprobó una participación china en el puerto de Hamburgo, así como la “posible” adquisición de una empresa de semiconductores.
Nos encontramos ante un escenario en el que el dólar ha perdido el 98% de su valor con respecto al oro desde 1971, lo cual nos obliga a estar más alerta de las posibles decisiones y acciones de la Reserva Federal, que intentarán por todos los medios de que prevalezca el poder y hegemonía del dólar.
A este escenario debemos sumar el hecho de que pareciera haber dos grupos enfrentados en occidente. Por una parte, la FED que busca mantener la hegemonía del dólar y de hecho, al igual que en la década de los 90, intenta dolarizar las economías de América Latina y el Caribe (Venezuela, Argentina, son ejemplos de ello) y por la otra quienes desde DAVOS buscan introducir y posicionar una única moneda internacional digitalizada controlada por el Banco de Pagos Internacionales (BIS), el banco central de los bancos centrales. En todo caso, y más allá de las diferencias entre estos grupos poderosos, ninguna de las dos opciones conviene a la paz y estabilidad mundial. Sería cometer el mismo error que el de 1944, mediante el cual se le otorgó poder a un pequeño grupo, en ese caso los dueños de la FED, en unas circunstancias en que el tablero geopolítico y geoeconómico se inclina hacia Oriente.
Quien tiene el dominio del dinero cuenta con el poder, no solo económico sino político, independientemente de quien gobierne, afirmó Rothschild en el siglo XIX. Esto lo ha padecido la humanidad desde hace por lo menos 70 años con la hegemonía del dólar. Controlar el dinero otorga el poder de intimidar, coaccionar, extorsionar y doblegar a los pueblos que no se alinean con los intereses de quien maneja la moneda, sobre todo porque construyeron un andamiaje (SWIFT) mediante el cual crearon una alcabala financiera mundial gestionada por la FED.
Estados Unidos y la FED fueron muy astutos en 1971, cuando al ver amenazado el dólar lo vincularon con el petróleo, garantizándose el poder del dinero junto con el control de la energía a nivel mundial. Habría que pensar qué salida se están planteando en este momento ante la desdolarización y ante el debilitamiento del petrodólar. Cabe preguntarse si irán por el litio. En todo caso, desde Davos ya decretaron la muerte del dólar, aunque reconocen que no será inmediata; de hecho esta moneda sigue registrando el mayor porcentaje de transacciones a nivel mundial y sigue siendo la de mayor reserva a pesar del avance exponencial de China, Rusia, los BRICS y las alianzas con otros bloques asiáticos y del Sur Global.
“Estados Unidos y la FED fueron muy astutos en 1971 cuando al ver amenazado el dólar lo vincularon con el petróleo, garantizándose el poder del dinero junto con el control de la energía a nivel mundial”
Ante el decreto de muerte del dólar vaticinado por Davos, este grupo de poderosos empresarios, seguramente interrelacionados con el grupo Bilderberg, no permitirán perder el poder del dinero a nivel mundial, porque es la única garantía de controlar a la humanidad. Es así como buscan imponer una sola moneda digital con la cual se realicen las transacciones comerciales y financieras a nivel mundial. No está claro cómo se diseñaría dicha moneda en cuanto a su valor: si estará sustentada en una canasta de monedas, respaldada en activos o será simplemente “fiduciaria”. Moneda que pasaría así a ser la de referencia mundial y de reserva internacional.
No nos extrañaría que apunten a la tercera opción. El hecho de mantener las monedas fiduciarias les permite un poder adicional: manipular los tipos de cambio a través de la manipulación de la “confianza” de las monedas para de esa manera debilitarlas y desestabilizar las economías, en un mecanismo de guerra económica por excelencia. En Venezuela tenemos amplia experiencia al respecto.
La propuesta de una moneda única la formuló John Maynard Keynes en 1944 cuando planteó el BANCOR. En ese caso, el valor de dicha moneda estaría respaldado por activos y materias primas. Propuesta a la cual entonces se opuso EEUU, valiéndose de sus condiciones de prestamista y principal productor y exportador mundial, por lo que se reservó la exclusividad de dicho poder a través del dólar.
En 2011, el entonces jefe del Fondo Monetario Internacional (FMI), Dominique Strauss-Kahn, propuso utilizar los DEG como instrumento de reserva en lugar del dólar estadounidense. Los DEG están conformados por una canasta de monedas en función de la participación de las cuotas accionarias de los países miembros del FMI, incluyendo el euro, el yuan, la libra esterlina y el dólar estadounidense, siendo este último el de mayor participación por sus cuotas accionarias. No obstante, EEUU se negó a la propuesta debido a que implicaría una pérdida de la exclusividad del dólar. Casualmente o no, Dominique Strauss-Kahn fue detenido meses después por denuncias de abuso sexual a pesar de que ya había renunciado a la jefatura del FMI.
El problema con una moneda única de referencia y de reserva, incluida la figura de los DEGS, es quién la controla, porque quien la controle tendrá el poder del mundo, lo cual buscan los miembros de Davos. Por lo tanto, debemos avanzar hacia una arquitectura financiera que en la medida de lo posible diluya y democratice ese poder y sea coherente con las perspectivas del tránsito de la unipolaridad a la multipolaridad.
Por otra parte, la nueva arquitectura monetaria y financiera mundial debe resolver el problema de la vulnerabilidad del valor de las monedas ante manipulaciones mediáticas que buscan generar desconfianza y por lo tanto pérdida de valor y desestabilización económica.
A continuación, presentamos algunos elementos que, a nuestro modo ver, deben ser considerados en el diseño de una propuesta de nueva arquitectura monetaria y financiera mundial, de manera que vaya de la mano con un mundo multipolar y democrático en el que se garantice el respeto de la soberanía de las naciones y la autodeterminación de los pueblos.
Propuesta de un nuevo orden monetario y financiero mundial
Por los menos cinco aspectos deben tomarse en cuenta en el diseño de un nuevo orden monetario y financiero mundial, si de verdad queremos avanzar hacia un mundo sin hegemonías, sin poderes absolutos, hacia un mundo multipolar. 1) Valor cuantificable del dinero respaldado en activos; 2) Múltiples monedas de intercambio, de referencia y de reserva internacional; 3) Múltiples sistemas de compensación de pagos; 4) Cada país debe conservar su moneda nacional, única garantía de soberanía; 5) Desaparición o reforma del FMI y del Banco Mundial ante la creación de múltiples entidades que respondan a los bloques monetarios y financieros.
No se trata de una propuesta acabada, pero consideramos que estos aspectos deben ser tomados en cuenta en el diseño de un nuevo sistema monetario y financiero mundial que garantice la multipolaridad.
1) Valor cuantificable y no manipulable de las monedas
Es el aspecto clave en la reconfiguración del nuevo orden económico, monetario y financiero mundial. Es necesario que el valor de las monedas de cada país sea calculado con base en activos tangibles y cuantificables. No en algo etéreo, incuantificable y por lo tanto tan manipulable como la “confianza”. Nos referimos a activos como el oro, aunque otros minerales también pueden ser incluidos. En este sentido, nos preguntamos: ¿cómo se mide la confianza, en qué unidad de medida, cuál es la escala de medición?
Pareciera que hacia ese sentido avanzan las iniciativas de Oriente que hemos estado observando; el regreso al oro como patrón de medición y la incorporación de otros activos, como minerales, materias primas, petróleo. Con respecto al petróleo como anclaje para el valor de las monedas, hemos estado manifestando nuestras reservas debido a sus características: los hidrocarburos son activos tangibles hoy pero mañana se transforman en energía, a diferencia del oro que es uno de los metales más difíciles de transformar. Y si se pudiese argumentar que el petróleo se incorpora por su alto valor, allí nos preguntamos: ¿por qué no el agua? El agua, al igual que el petróleo, aunque son bienes extremadamente necesarios y valiosos para la vida, se transforman en energía, además de la dificultad para almacenarlos y transformarlos, lo que no sucede con el oro o el diamante.
En todo caso, para evitar la manipulación y el envilecimiento mal intencionado de las monedas basadas en la confianza, es necesario que su valor se determine con base en activos. Este no es un tema menor. Por el contrario, es el aspecto principal de cualquier propuesta.
2) Múltiples monedas de intercambio, de referencia y de reserva internacional
Proponemos que haya tantas monedas de referencia y de reserva internacional como requiera el avance de la multipolaridad. Sería un grave error contar con una única moneda de reserva y de referencia mundial dominada por una élite, además de que sería contradictorio con la multipolaridad. En este sentido, proponemos que cada bloque comercial cuente con su propia moneda para el intercambio y como reserva. Una moneda compuesta por una canasta de monedas en función de los países miembros del bloque y en proporción a su participación comercial en dicho bloque. A su vez, estas monedas creadas para cada bloque también servirían como moneda de reserva que podrían permitir el intercambio bilateral con países de otros bloques, los cuales a su vez pudiesen tener su propia moneda como bloque comercial.
Por ejemplo, los BRICS contarían con su moneda única “X” para el intercambio entre China, Rusia, India, Brasil y Sudáfrica, compuesta por la canasta de monedas de esos países, monedas que a su vez tienen un valor respaldado en activos. Esta moneda X, que también debería ser moneda de reserva internacional, serviría para el intercambio entre los países BRICS, pero también para el intercambio bilateral de estos países con otros países a nivel mundial, sea que pertenezcan o no a algún otro bloque. En ese caso, si la Unidad Económica Euroasiática cuenta con una moneda “Y” conformada por la canasta de monedas de los países miembros, esta puede ser usada para intercambiar entre los propios países miembros o con países de los BRICS.
Mientras más bloques haya mejor; más multipolar, más democrático y más desconcentrado estaría el poder económico y político. Puede ocurrir incluso que un país pertenezca a varios bloques.
Los bloques pueden crearse atendiendo a intereses, características económicas o condiciones territoriales. Un bloque podría ser la OPEP, con su propia moneda, como lo propuso Hugo Chávez con el Petro. Los países miembros de la OPEP podrían intercambiar entre ellos con dicha moneda, o hacerlo con países de otros bloques, sin que eso implique que el petróleo pueda comprarse y venderse en monedas distintas al Petro; de lo contrario caeríamos en el error del petrodólar, otorgando el poder a los países OPEP. Así que si algún país de los BRICS, por ejemplo China, quiere comprar petróleo, puede hacerlo en petros, en la moneda X de los BRICS o en su moneda nacional, el yuan. El objetivo es tejer una red de múltiples monedas de intercambio, referencia y reserva internacional.
Debemos aclarar que esta propuesta no equivale a la del Euro. En nuestra propuesta se mantiene la moneda nacional además de la del bloque. Consideramos que no deben desaparecer las monedas nacionales. Por el contrario, cada Nación debe contar con su propia moneda como garantía de independencia económica, autonomía monetaria y soberanía nacional.
3) Múltiples sistemas de compensación de pagos
La posibilidad de que haya múltiples monedas para el intercambio mundial implicará la necesidad de crear múltiples sistemas de compensación de pagos, tantos como bloques se consoliden, además de las relaciones bilaterales sostenidas en sus propias monedas. El SWIFT no seguirá siendo la exclusiva alcabala financiera mundial. Los países serán libres de intercambiar con las monedas que consideren y a través del sistema de pagos que elijan.
En un mundo como el actual, en el que la tecnología -incluyendo el blockchain– agiliza los procesos y garantiza información y transacciones en tiempo real, es real la posibilidad de contar con múltiples sistemas de pagos que estén interconectados con los países miembros de los bloques, con otros bloques y con otros países. Lo importante es la transparencia de la información, y sobre todo que ésta no recaiga sobre un país o un grupo de poderosos.
4) Cada país debe conservar su moneda nacional, única garantía de soberanía nacional
La propuesta que aquí presentamos tiene como condición que cada país conserve su propia moneda nacional, por ser ésta garantía de soberanía. La adopción de cualquier otra moneda implica el sometimiento de dicha Nación a las condiciones económicas y por tanto políticas del dueño de la moneda o de quien sea que la controle. Tal es el caso de los países que adoptaron el dólar estadounidense como moneda nacional, los cuales deben esperar la autorización de la Reserva Federal para tomar cualquier decisión de política económica y social.
Otro ejemplo es el Euro: al desaparecer las monedas nacionales, los países deben someter sus políticas a las condiciones impuestas por el Banco Central Europeo, el cual a su vez está dirigido y controlado por las economías con mayor peso en la Unión Europea (que tienen sus intereses en el marco de la alianza con Estados Unidos). Por eso, nuestra propuesta no implica la creación de monedas de bloques como el caso de la zona euro, en la que las monedas de cada país desaparecieron, quedando subordinados a las condiciones y designios económicos de quienes teniendo economías más poderosas imponen las normas (como es el caso concreto de Alemania).
Al respecto, y ante la propuesta del presidente de Brasil de avanzar hacia una moneda única para América Latina, esta propuesta debe implicar que se mantenga la moneda de cada país en paralelo a la existencia de una moneda y un sistema de compensación de pagos para el bloque, tal como fue pensado el SUCRE en su momento. Los países deben conservar su autonomía en cuanto a su política monetaria. Las monedas de cada país formarán parte de la canasta de monedas que respaldan la moneda del bloque económico/político del que son miembros.
Aprovechamos este punto para mencionar el caso de las monedas digitales, que cada vez cobran más importancia en los países: nos referimos a las CBDC, aquellas monedas digitales, con tecnología blockchain, emitidas por los bancos centrales. Al respecto, es importante diferenciar entre la política monetaria y la expresión del dinero. Así como en un momento el dinero se expresaba en sal, en ganado, en monedas de oro, en billetes, en cheques, en electrónico, ahora las nuevas tecnologías permiten expresarlo en formato digital. Sin embargo, independientemente de la expresión del dinero, lo importante es la necesidad de que sean los bancos centrales o la autoridad monetaria, el Estado, los que mantengan el control de la emisión del dinero.
5) Desaparición o reforma del FMI y del Banco Mundial ante la creación de múltiples entidades que respondan a los bloques monetarios y financieros
Ante un mundo multipolar, con múltiples monedas de intercambio, sin un petrodólar y con muchos sistemas de compensación de pagos, instituciones como el FMI y el Banco Mundial no encuentran justificación alguna; mucho menos si la participación de cuotas de acciones sigue principalmente en manos de un país y de una moneda en decadencia.
Es urgente reformar la institucionalidad de esos organismos y volverlos acordes con un mundo más democrático y multipolar. Las decisiones en materia financiera y monetaria no deben seguir recayendo en EEUU y la Unión Europea, y mucho menos deben ser vetadas por EEUU. El mundo es hoy muy diferente al de 1944. O se reforma la gobernabilidad de estos organismos haciéndolos democráticos, para que cada país miembro cuente con voz y voto en proporciones iguales, o se crea otra institucionalidad, con varios organismos que cumplan estas funciones.
En 2013 los BRICS crearon el Nuevo Banco del Desarrollo con sede central en Shanghái, China, como una alternativa al Fondo Monetario Internacional y al Banco Mundial. El aporte de capital fue equitativo por parte de cada uno de los miembros de los BRICS. Estas experiencias deberían multiplicarse en función de los requerimientos de los bloques conformados.
Estos cinco aspectos que consideramos deben ser tomados en cuenta en el diseño de cualquier propuesta de un nuevo orden monetario y financiero mundial. Éstas buscan ser coherentes con el avance hacia un mundo verdaderamente multipolar y democrático, aunque esté todavía enmarcado en un sistema económico mundial predominantemente capitalista.
Sin embargo, el hecho de avanzar hacia un orden monetario y financiero que no otorgue la exclusividad del poder del dinero a una nación o a una pequeña élite, podría reducir las dificultades a las que han estado sometidos los pueblos que han alzado sus banderas por un modo de producción justo, sin explotación. Estos pueblos, dada la arquitectura financiera impuesta en 1944, han sido siempre bloqueados económica, comercial y financieramente solo por el hecho de no estar alineados a los intereses de los grandes capitales. En todo caso, dependerá de los pueblos del Sur Global y de sus gobiernos hacer respetar su soberanía y autodeterminación en el marco de acuerdos de cooperación y no de dominación y expoliación.