La República Popular China (RPC) abrió las puertas de su economía al mundo en 1990, dejando su política de autarquía del siglo XX. Su política exterior, según el Gobierno chino, es salvaguardar los intereses comunes de toda la humanidad, fomentar el multilateralismo; establecer un orden político y económico internacional, justo y racional, salvaguardar la diversidad del mundo y abogar por la democratización de las relaciones internacionales y la diversificación de los modelos de desarrollo, entre otros. Esto hace que los negocios chinos sean mucho más amigables con los países receptores que otros países del G7 con pasados coloniales.
Ha logrado un sólido crecimiento y desarrollo económico, mejorado su tecnología y expandido sus zonas de influencia, concentrándose principalmente en sus países vecinos y en otras zonas más alejadas, pero de igual forma importantes para demostrar su papel como superpotencia. Uno de los rubros principales en esta política de influencia es invertir en países extranjeros. Según los datos del China Global Investment Tracker, la RPC ha tenido en total 3,740 transacciones alrededor del mundo con un valor total por más de 2 billones de dólares entre el 2005 y el 2021.
Los negocios de la RPC tuvieron un alza desde el 2005 gracias a los acuerdos bilaterales que se han firmado entre varios países, principalmente con países colindantes del sureste asiático y de la Cuenca del Pacífico, asimilándose a una “ola” que se extiende cerca de sus costas, pero también ha llegado a puntos tan distantes como el continente americano, en los cuales la RPC también posee acuerdos de cooperación y grandes socios comerciales (por ejemplo, EUA. o Canadá).
En 2018 las transacciones, tanto en cantidad como en monto total, comenzaron a disminuir y en el 2020 registraron niveles similares a los vistos en 2010 a causa, entre otros, de la Pandemia de COVID-19. Este descenso se focalizó principalmente en Oceanía y en África, donde disminuyeron a la mitad en este año, pero se recuperaron en el 2021, gracias al reinicio de las actividades económicas en esta parte del mundo. En Europa y América se registró una disminución menos precipitada con una recuperación más rápida en número.
Es clara la influencia que sostiene la RPC en su propio continente, pero también se destaca que en lugares tan distantes como el continente americano tenga un gran número de operaciones. El continente americano es importante para el capital chino, que de igual forma, crece en Europa y disminuye en África y Oceanía, a pesar de que el primero fue un destino predilecto para las inversiones chinas durante inicios del siglo XXI. Una de las razones que pueden incentivar el establecimiento de empresas chinas es la búsqueda de materias primas, principalmente de energéticos.
El principal sector donde ingresa capital chino es energía, particularmente en combustibles fósiles (principalmente petróleo y gas) y en los años más recientes, desde el 2015, apuestan hacia el desarrollo de energía renovable. Esto explicaría el interés sobre países con grandes reservas de energéticos, aunque no solo se limita en estos rubros, ya que el sector de transporte es el segundo en importancia al ser un complemento directo para poder trasladar los recursos extraídos y/o la tecnología necesaria. Existen otros rubros de inversión eclipsados por el número y el valor del sector de energía y de transporte.
Los Tratados Comerciales de la RPC actualmente son los siguientes:
- ASEAN (Bangladesh, India, Corea del Sur, Laos, Sri Lanka).
- APTA (Brunéi, Myanmar, Camboya, Indonesia, Laos, Malasia, Filipinas, Singapur, Vietnam, Tailandia, China).
- RCEP (Australia, Brunéi, Camboya, Corea del Sur, Filipinas, Indonesia, Japón, Laos, Malasia, Myanmar, Nueva Zelanda, RPC, Singapur, Tailandia, Vietnam).
- Acuerdos Bilaterales con Australia, Chile, Costa Rica, Georgia, Hong Kong, Corea del Sur, Macao, Mauritania, Nueva Zelanda, Singapur, Islandia, Moldavia, Noruega, Pakistán, Perú y Suiza.
Se puede notar la importancia de los acuerdos bilaterales y multilaterales de la RPC, así como la claridad de su zona de influencia. Gracias a esto, se destaca que la principal forma de la RPC de invertir en países extranjeros cercanos y más lejanos es a través de acuerdos de cooperación, a pesar de que con EUA, principal objetivo de su capital, no cuenta con alguno.
En el continente americano los recursos siguen siendo pequeñas para la RPC respecto a los países de la esfera de influencia china directa, pero pueden ser enormes para los países receptores. En este continente se han recibido nuevos fondos chinos continuamente desde 2005, lo cual debilita el estatus de EUA en nuestro continente, asemejándose a la compra de empresas británicas finalizada la Segunda Guerra Mundial por parte de firmas estadounidenses.
Como beneficio de las empresas chinas, estas se caracterizan por no intervenir directamente en los sistemas políticos de los países receptores, esto hace que se adecuen dentro del país y no al contrario. Existen también desventajas y críticas hacia éstas: un ejemplo es el caso de la Mina de las Bambas en Perú. Las críticas son principalmente en temas ambientales y laborales, así como las continuas quejas de organismos internacionales por los malos tratos hacia los trabajadores, análogos a capitales de otros países a lo largo del continente y del mundo, por lo que no es un caso excepcional.
La entrada de fondos chinos en el continente americano es una muestra del desplazamiento de poder existente en el mundo, de occidente a oriente. Esto resulta en que EUA pierde influencia dentro de su propio “patio trasero” y la RPC gana más adeptos en la búsqueda de crear una simbiosis entre éste y los países receptores y reemplaza un modelo de dependencia subordinada o quizás sólo sea un sustituto. Está por verse.