Cinco son las transnacionales reinas del transgénico. Monsanto domina el mercado, le siguen Dupont, Syngenta, Bayer y Dow. Según recientes investigaciones, la alimentación con transgénicos afecta riñones, higado y aparato reproductor de los animales sometidos a singular dieta. También se ha detectado la concurrencia de ciertos tipos de cáncer, entre quienes estas expuestos a los pesticidas utilizados en la fumigación y en la confección de transgénicos. Asi las cosas y con estas transnacionales del transgénico, que también tienen algunos huevos en las cestas de las farmacéuticas, las suspicacias no hacen más que levantarse.
 
El 90 % del mercado de las semillas manipuladas, pertenece a Monsanto, que ha creado diversos tipos de maíz resistente a diferentes insecticidas, lo mismo ha hecho con la soya y demás cultivos que comercializa. Ahora incluso tenemos en el mercado productos elaborados con soya y ‘enriquecidos’ con Omega-3, aceite esencial para el buen funcionamiento de nuestro organismo, que lo encontramos en el pescado azul y del cual los médicos recomiendan ingerir dos veces por semana.
 
Lo que no recomiendan los médicos es que consumamos pesticidas y todos los cultivos transgénicos que contienen. Una da las promesas de estas ‘creaciones’ es que las semillas generan un mayor rendimiento y garantizan el 100% de beneficio de las cosechas, para cumplir con este objetivo, los transgénicos incluyen pesticidas en su configuración, lo cual hace que al alimentarnos con estos productos,  llevemos a nuestras mesas productos perniciosos para la salud.
 
En 1995 se inicio la comercialización de las semillas modificadas y son 4 las ‘creaciones’ más difundidas, a saber : soya, maíz, algodón y canola.  La soya, es la reina, ésta y sus derivados están presentes en más del 60% de los alimentos que van desde la margarina, pasando por galletas, yogures,  platos preparados y hasta productos cosméticos-. Una de las razones para la creación de transgénicos es paliar el hambre, sin embargo esta soya y maíz alimentan los animales que consume el primer mundo y el combustible que queman sus autos.
 
“El 70 % de los alimentos elaborados que se comercializan en Estados Unidos y Canadá, contienen ingredientes genéticamente modificados […] unos 300 millones de personas llevan más de 10 años, consumiendo productos derivados de cultivos biotecnológicos sin que se haya insinuado siquiera un posible problema”. Estas afirmaciones han sido publicadas por ChileBio en su página web.
 
Sin embargo esta opinión podría no ser del todo objetiva. Así lo demuestran recientes investigaciones en las que, ratas sometidas a dieta transgénica,  sufrieron el colapso de sus organos. Cabe recalcar, que ChileBio, que publica artículos en los que cuestiona las investigaciones no favorables a los organismos vivos modificados (OVM), es una asociación conformada por Dow AgroSciences, Monsanto, Dupont Pioneer y Syngenta, todas estas, son transnacionales dedicadas a la producción de transgénicos.
 
Patata fiasco 
 
El 2010, la Unión Europa, pasando por alto informes e investigaciones negativas, aprobó por decretazo la patata transgénica Amflora elaborada por BASF, multinacional química alemana. Una de estas investigaciones fue la realizada por el biólogo Arpad Pusztai, principal experto del mundo en su campo, acosado y despedido de su plaza de investigación luego de que hiciera publico los nefastos resultados.
 
Durante 10 días, Pusztai alimentó a un grupo de ratas,  exclusivamente con esta patata. Estos animales desarollaron un crecimiento potencialmente precanceroso de sus células, un cerebro más pequeño, hígado y testículos parcialmente atrofiados y su sistema inmunológico resultó dañado, es casi seguro que los problemas causados en las ratas se deba a los efectos secundarios del proceso de ingeniería genética en la producción del tubérculo”.
 
Con este estudio publicado en la revista médica británica The Lancet, el biologo concluía, que los OVM creados a partir del mismo proceso de esta  patata ,   podría producir en los seres humanos, similares efectos que los observados en el laboratorio y aunque no esté aprobada su comercialización para el consumo de las personas, no hay garantia de que no modifique la composición de las patatas existentes en el mercado”. 
 
El 16 de enero del 2012, BASF anunció que abandonaría el mercado europeo de las semillas transgénicas, debido a la “falta de aceptación en muchos lugares de Europa por parte de la mayoría de consumidores, agrícultores y políticos”. Sólo se han cultivado unas decenas de esta patata, sin embargo, las denuncias por contaminación no han sido pocas y BASF no ha podido demostrar que su producto sea inocuo, por eso se ha visto obligada a retirarse del mercado, por lo menos del europeo.
 
Mosquito transgénico 
 
Otra de las perlas de los transgénicos es un mosquito que el año 2011 fue liberado para combatir el dengue que se transmite por la picadura del Aedes aegypti. Los países ‘beneficiados’ fueron Islas Caimán, Malasia y Brasil. Una empresa de Oxford ha conseguido crear un mosquito macho estéril que compite con los machos no transgénicos por fecundar a las hembras. Cuando gana el transgénico, las larvas mueren nada más nacer, con lo que se frena la propagación de la enfermedad.
 
El mosquito con el gen letal ha sido bautizado como OX513A y esta financiado entre otros, por la Fundación de Bill y Melinda Gates. Lo peligroso es que el remedio puede se peor que la enfermedad, pues para que funcione habría que soltar 20 ejemplares por cada habitante de las zonas afectadas por el dengue. Antes de la liberación de estos bichos, no ha sido presentado ningún estudio sobre del impacto ambiental que podría originar el haberlo puesto en circulación.
 
Biotecnología Terminator 
 
En cuanto a la agricultura, los efectos se pueden ver en  los resultados obtenidos y en las políticas aplicadas. Menor producción, contaminación de cultivos orgánicos por contacto con los transgénicos, enfermedades por contacto con pesticidas no biodegradables, reducción de la mano de obra agrícola, remodelación del modelo agrario, y desaparición del pequeño agricultor. A grandes rasgos es este el mapa de la tierra dibujado por los OVM.
 
Las semillas genéticamente manipuladas son conocidas con el nombre de ‘semillas Terminator’. Programadas para ser estériles con el fin de que no sean reutilizables. Monsanto en su página Web asegura que nunca ha desarrollado o comercializado este tipo de semillas. “Nos comprometimos públicamente en 1999 a no comercializar la tecnología de semillas estériles en los cultivos de alimentos”.
 
La transnacional manifiesta que la intención original de la tecnología de semillas estériles, era asegurar que estas no pudiesen reproducirse sin control.  Esto fue considerado tanto como un medio para ayudar a la administración de las semillas biotecnológicas, como para proteger las inversiones y los intereses comerciales de las compañías que las han desarrollado.
 
“Monsanto y otras compañías están explorando de manera activa una tecnología que permita la existencia de esta protección sin poner en riesgo a los pequeños agricultores”. De tanto ‘explorar’, Monsanto encontró la manera de proteger pero no a los campesinos, si no a  “las inversiones y los intereses comerciales […] con la política de patentes”. Los transgénicos están registrados por sus fabricantes quienes tienen derecho sobre sus creaciones como si de un libro o de un disco se tratará.
 
Un agricultor que decide trabajar con la tecnología Monsanto, firma un contrato en el que compra la semilla y el pesticida adecuado, marca Monsanto por supuesto; además firma una cláusula en la que se compromete a comprar cada año semillas y a no guardar parte de la cosecha para la siembra del año siguiente. En el mismo contrato el campesino da vía libre a los investigadores de Monsanto para que ingresen en sus tierras cuando lo deseen y puedan verificar el cumplimiento de las cláusulas del compromiso.
 
En Canadá, Percy Schmeiser fue demandado por Monsanto por violación de patentes por varios millones de dólares, descubrieron semillas de maíz transgénico en sus campos y a pesar de que el demostró que nunca había comprado a Monsanto, porque sólo realizaba cultivos orgánicos y de que el maíz transgénico había llegado hasta sus tierras desde los campos vecinos -por efecto de la  de la polinización- todo fue inútil, Schmeiser fue condenado y llevado a la quiebra.
 
En Estados Unidos, los granjeros también sufren las consecuencias del uso de transgénicos. En su propio país, Monsanto ejerce una política de derribo y acoso a los agricultores. Andrew Krimbell, Director del Centro para la Seguridad Alimentaria de Washington manifiesta, “mediante un estudio realizado conocimos 129 demandas que Monsanto ha interpuesto a granjeros por violación de patentes, en todos los casos ganó la multinacional, llevándose millones de dólares a sus bolsillos”.
 
Paraguay y Brasil han demandado a Monsanto, pues según ellos la patente de la soja roundup ready, ha caducado el año 2004 y por tanto el pago de regalías también. Del 2010 al 2012, los sojeros paraguayos han pagado a Monsanto 20 millones de dólares por concepto de patente. La trasnacional ha emitido un comunicado afirmando, que la patente de la soja RR expira el 2014 y por tanto aún cobrará ‘derechos de autor’. “El sistema de  regalías ha permitido a la industria, desarrollar e incluir nuevas tecnologías y garantizar el valor creador de nuevos productos”. Afirma Monsanto.
 
Quien siembra viento…. 
 
Los agricultores, que seducidos por los ‘beneficios’ prometidos por la biotecnología, optan por cultivos transgénicos, sufren la disminución de sus cosechas y la pérdida de autosuficiencia. En la India el coste de producir algodón transgénico duplica al ecológico. La necesidad de utilizar numerosos productos químicos vinculados para su cultivo, lo hace más caro para el agricultor, ocasionándole considerables deudas.
 
Según datos del Gobierno de la India, entre 1997 y 2008 se suicidaron 200.000 agricultores. Gran parte de esta cifra proviene de campesinos de las regiones en las que se cultiva algodón Bt, patentado por Monsanto. Algunas viudas relatan que, sus maridos, desesperados por las deudas, se quitan la vida ingiriendo el propio insecticida que están obligados a comprar a la transnacional para sus cultivos.
 
México por su parte padece las graves consecuencias al haber plantado maíz transgénico, su producción agrícola ha disminuido en un 10%; y el maíz autóctono estaría a punto de desaparecer por su contaminación con trazas de transgénico. Estas dos experiencias demuestran que las afirmaciones de la industria biotecnológica, respecto al mayor rendimiento y mejora de la calidad de los cultivos OVM son falsas.
 
Un estudio de la Academia de Medicina Ambiental de Estados Unidos (AAEM) también confirma estas experiencias: “con el tiempo las cosechas de OMG rinden menos que los cultivos convencionales”. Estados Unidos, principal promotor de transgénicos también ha sufrido mermas en su producción agrícola”. El propio investigador Renato Dulbecco, premio Nobel de Medicina en 1975 e investigador del proyecto "Genoma Humano" declaro en una oportunidad: "No tenemos la menor idea de lo que puede ocurrir con los organismos manipulados genéticamente".
 
La AAEM, también pone de manifiesto que los cultivos modificados al llevar herbicidas en su constitución son más “resistentes” a las sustancias utilizadas para su fumigación, además generan malezas y plagas de insectos también cada vez más “resistentes” lo cual obliga “a la utilización de químicos altamente tóxicos como el glifosato”, comercializado y patentado por Monsanto con el nombre de Roundup Ready.
 
Lluvia de Glifosato 
 
Latinoamérica no esta exenta de contaminación por glifosato. En Argentina donde la soja ocupa alrededor de 50 por ciento de la superficie agrícola – casi 17 millones de hectáreas – se utilizan cerca de 200 millones de litros de glifosato por año. El Roundup es comercializado por Monsanto desde 1974 y ya le ha puesto más de un nombre a sus nefastos efectos. Ezequiel Ferreira y   Marcos Gentiletti, son dos menores argentinos que han muerto por exposición al pesticida.
 
Según sendos certificados médicos “las muertes de los menores están asociadas a factores ambientales”. Ezequiel manipulaba el veneno en una granja de pollos donde trabajaba con sus padres y murió de un cáncer cerebral a la edad de 6 años y Marcos murió porque contrajo la leucemia debido a las fumigaciones en los campos de cultivos de transgénicos cercanos a su vivienda.
 
Estudios del prestigioso centro de investigaciones médicas de Suecia, Karolinska Institutet y el Instituto Regional de Estudios en Sustancias Tóxicas de la Universidad Nacional de Costa Rica (IRET) “existe vinculación entre los agroquímicos y la leucemia infantil”. Costa Rica fue incluida en esta investigación porque tiene una de las mas altas incidencias mundiales de leucemia infantil y entre las causas se menciona la exposición o contacto con  agrotóxicos.
 
Aunque según declaro el director del centro de toxicología de la Universidad de Guelph en Canadá, el doctor Keith Solomon, referente mundial en pesticidas y evaluación de riesgo ambiental, "en la comunidad científica internacional no se discute la toxicidad del glifosato ni tampoco genera preocupación sus efectos en la salud humana y el ambiente".
 
Estos resultados contradictorios podrían deberse a que la universidad a la que representaba Solomon, es privada y que para sus investigaciones y proyectos recibe el patrocinio de particulares y empresas entre las cuales se encuentra Monsanto. Esta universidad también es la encargada de realizar la mayoría de estudios de riesgo, sobre los efectos de los cultivos, para esta multinacional.
 
Sin embargo, en el 2007, la corporación Monsanto fue condenada por un tribunal francés que la declaro culpable de “publicidad mentirosa”. En las etiquetas y publicidad de su producto, Roundup Ready, anunciaba que era “totalmente biodegradable” y que su uso dejaba “el suelo limpio”. Los estudios realizados por la asociación Eau & Rivières de Bretagne (ERB) mostraban la presencia masiva de glifosato, el principio activo del Roundup, que permanecía en los ríos bretones”.
 
Antes de esta condena en Francia, el Roundup ya había sido condenado en Estados Unidos en 1997 también por publicidad engañosa, debido a la misma afirmación de ser biodegradable. Estas condenas no han impedido que Monsanto lo siga fabricando, lo único que se le ha exigido es que quite la frase ‘biodegradable’ de sus etiquetas, pero sigue siendo distribuido por la transnacional cada vez que realiza una venta de semillas.
 
Sin embargo, no es sólo donde se siembra transgénicos que el Roundup campa. El plan Colombia, financiado por el gobierno de los Estados Unidos, para la erradicación de los cultivos ilícitos de amapola, marihuana y hoja de coca y sobre todo lo que lo circunde; también utiliza este pesticida y en concentraciones muy altas según lo señala la ingeniera agrónoma, bióloga y química colombiana Elsa Nivia en el sitio biodiversidadla.org.
 
“En Colombia se está aplicando el glifosato en una concentración hasta 26 veces mayor, con el agravante de que se está adicionando el surfactante Cosmo-Flux 411F, el cual puede hasta cuadruplicar la acción biológica del Roundup. A esta lamentable situación se añade algo más perverso: hay denuncias de varias pasadas de las avionetas cuando fumigan sobre zonas campesinas; cuatro, seis y hasta doce veces fumigan el mismo campo”, señala la investigadora.
 
Keith Solomon,  el experto en pesticidas de la universidad canadiense, condujo un equipo de trabajo en Colombia, que debía comprobar la inocuidad del glifosato para ser pulverizado sobre 75.000  hectáreas de selvas naturales, que incluyen parques nacionales con reservas de biosfera, con el objetivo de controlar las plantaciones de coca, amapola y marihuana, en el marco del Plan Colombia.
 
El estudio de Keith Solomon dice textualmente “si se estudian los daños sobre la naturaleza por el efecto de cultivar coca o amapola y se comparan con los daños de la fumigación, entonces los daños de la fumigación son esencialmente despreciables”. Según Solomon, el fin justificaría los medios sin importar que la selva colombiana sea una de las mayores reservas de biodiversidad del planeta, donde además habitan pueblos originarios.
 
La Asociación Internacional contra la Espina Bífida, también advirtió en su momento sobre la creciente mortalidad infantil en Colombia, relacionada en parte a los numerosos casos de espina bífida y solicitaba urgentemente realizar un estudio, sobre todo en Sierra Nevada de Santa Marta, donde se registra el mayor número de estos casos y donde coincidentemente desde hace algunas décadas – debido al Plan se Colombia – se viene fumigando con glifosato.
 
Tres son las razones para que una vez comenzado el uso del Roundup este tenga que ser utilizado en mayor cantidad a fin de lograr su cometido, la primera, en referencia a los cultivos sembrados, soja, maíz, algodón y colza, las semillas transgénicas cada vez son más resistentes al herbicida; la segunda es que el uso continuado de esta sustancia ha generado el aumento de malezas resistentes y la tercera es que este herbicida al tomar contacto con suelo y el agua pierde efectividad.
 
Efectos de Transgénicos y Herbicidas sobre la salud de humanos y animales 
 
Según estudios realizados por Gilles-Eric Séralini, especialista en Biología Molecular, Director del Comité de Investigación e Información sobre Ingeniería Genética y Profesor de la Universidad de Caen en Francia, el herbicida Roundup, es “altamente nocivo para la salud”.
 
En diferentes artículos publicados en revistas de divulgación científica, Séralini   afirma que “aún en dosis diluidas al mil por ciento, el herbicida Roundup actúa a sólo 18 horas de exposición estimulando la muerte de las células de embriones humanos, lo que podría provocar malformaciones, abortos, problemas hormonales, genitales o de reproducción y diferentes tipos de cánceres”.
 
El estudio de Séralini va acompañado de diferentes casos probados de abortos y partos prematuros de trabajadoras rurales expuestas a la sustancia letal. “A menor proporción –dice el estudio- el Roundup también produciría dificultades en el desarrollo óseo y problemas de alergias”.
 
Una investigación realizada por el Departamento de Microbiología e Inmunología del Medical College de Nueva York, confirma el alto grado de toxicidad que el glifosato representa para las células humanas y que su preparación comercial, el Roundup de Monsanto, es incluso más nocivo que su compuesto activo.
 
Según este último informe, “los aditivos presentes en las formulaciones comerciales juegan un papel crucial en la toxicidad atribuida a los herbicidas que contienen glifosato”. La AAEM va más lejos pues no sólo se refiere a las consecuencias del uso de este herbicida, además reconoce que los alimentos transgénicos son nocivos para la salud.
 
En un comunicado de prensa emitido el 2009, la AAEM advirtió que los OVM representan un “grave riesgo sanitario para las áreas de toxicología y alergia; y para la función inmunitaria, así como para la salud reproductiva metabólica, fisiológica y genética”.
 
.La presidenta de la AAEM, la doctora Amy Dean, manifiesta que en los estudios realizados con animales tenían pruebas de que los alimentos transgénicos provocaban daños en el sistema reproductivo, causando infertilidad, desregulación del sistema inmunitario y de los genes asociados con la síntesis del colesterol.
 
Según la doctora Dean, los transgénicos a los que estuvieron expuestos los animales, también les causaron envejecimiento acelerado, regulación de la insulina, alteraciones celulares y la formación de proteínas; y modificaciones genéticas en órganos como el hígado, riñón, el vaso y en el sistema gastrointestinal.
 
Dean demandaba a los Estados Unidos implementar una moratoria de estos alimentos en “salvaguardar la salud pública”, proponía la implementación del etiquetado obligatorio, educar a la población desde la comunidad médica para evitar el consumo transgénicos y que los médicos comiencen a tomar en cuenta el papel de los OVM en la aparición de ciertas patologías.
 
La presidenta de la AAEM también exigía mayor independencia en los estudios científicos a fin de investigar los efectos de los alimentos transgénicos en la salud humana. La moratoria propuesta nunca fue aceptada por Estados Unidos. Desde las diferentes administraciones norteamericanas se han firmado Tratados de Libre Comercio en los que se contempla la exportación de semillas de cultivos OVM. Perú es uno de los países con los que Estados Unidos ha firmado uno de estos acuerdos.
 
Relaciones con el poder 
 
Monsanto es una de las empresas más grandes y más exitosa de Norteamérica, entre sus accionista están Bill Gates, que el 2010 compro 500.000 acciones del gigante de la biotecnología. El segundo hombre más rico del mundo, según la revista Forbes, promociona en sus presentaciones filantrópicas, que  las creaciones genéticamente modificadas de Monsanto son una herramienta necesaria para evitar la hambruna en los países pobres.
 
Otro de los socios de Monsanto es la Fundación Rockefeller, y como tal, la transnacional le comunica sus movimientos a través de sendas cartas. En una, el CEO de la compañía, Robert B. Shapiro se dirigía al Presidente de la Fundación Rockefeller Gordon Conway, y otros para explicarle de ciertos movimientos rutinarios de la empresa.
 
Según cables filtrados por WikiLeaks, “durante el gobierno de George Bush , Estados Unidos se ha embarcó en una cruzada mundial para promover los alimentos genéticamente modificados, favoreciendo a empresas como Monsanto y con completa desconsideración de los riesgos a la salud y los daños a la tierra que el cultivo de estos alimentos genera”.
 
Los cables también muestran que diplomáticos estadounidenses trabajaron directamente para Monsanto. Un cable de la embajada de Estados Unidos en París recomienda iniciar una guerra comercial con países de la Unión Europea que se oponen a los OVM. El embajador Craig Stapleton, pidió a Washington “penalizar a países que se niegan a apoyar estos cultivos”. El embajador recomendó contraatacar y “causar dolor a lo largo de la Unión Europea”.
 
Michael Taylor, un ex abogado del Departamento de Agricultura de EE.UU. y ex vicepresidente de política pública de la empresa Monsanto fue nombrado en enero del 2010, comisionado adjunto de alimentos en la FDA. Desde entonces, la agencia para la seguridad alimentaria y farmacéutica, ha derribado las peticiones de los grupos de protección al consumidor para etiquetar correctamente los productos genéticamente modificados.
 
Con la conexión Casa Blanca-Monsanto ya establecida con el nombramiento de Taylor, el grupo estadounidense sin fines de lucro Empleados Públicos para la Responsabilidad Ambiental (PEER) y otros, están interesados ​​en saber qué otros vínculos pueden existir entre Monsanto y el gobierno. El grupo exige que la Casa Blanca cumpla con una solicitud del Freedom Of Information Act (FOIA ) para obtener información que podría vincular a la administración del presidente Obama con la corporación Monsanto.
 
Desastre Socio Ambiental 
 
En Argentina la soja transgénica invade los campos, a pesar de que recientes investigaciones de la Universidad de Kansas manifiestan que esta produce entre un 6% y un 10% menos que la soja convencional. El monocultivo de soja repetido año tras año ha producido una intensa degradación de los suelos, con una pérdida de entre 19 y 30 toneladas.
 
Cada año se van con la soja un millón de toneladas de nitrógeno y 160 mil toneladas de fósforo, cada cosecha que se exporta se lleva unos 42.500 millones de metros cúbicos de agua. En Argentina, 200 mil hectáreas de monte nativo son deforestadas cada año debido al avance de la frontera agrícola con la expansión del monocultivo de soja. Además, 500 hectáreas de soja requieren de un sólo trabajador, esto evidencia la expulsión de los campesinos de los territorios donde se realiza este cultivo.
 
Los únicos ganadores con este panorama son los grandes productores y las transnacionales que están obteniendo ganancias extraordinarias. El modelo de la soja produce una enorme concentración de tierra en pocas manos debido a la adquisición de la misma por parte de los grandes productores o por su arrendamiento por parte de los “Pooles de Siembra”. En los últimos 10 años, solo Argentina ha perdido más del 20% de los establecimientos productivos, destruyendo así a los pequeños productores y condenando a los sobrevivientes al monocultivo. Quien tenga ojos que lea.