En breve, los peruanos estaremos en la disyuntiva de elegir entre la esperanza que representan las fuerzas políticas que apoyan al partido Perú Libre (PL) de Pedro Castillo, profesor de primaria, rondero campesino y luchador social; o a Keiko Fujimori, representante de un partido sospechoso de ser una organización criminal, cuyo gobierno entre 1990 y el año 2000 fue considerado por diversos analistas internacionales como “una de las dictaduras más sangrientas y más corruptas”. Organización sospechada, también, de estar vinculada al narcotráfico desde 1990, según la investigación de la revista colombiana “Cambio” publicada en el 2000. Según el analista Jaime Antezana, si el fujimorismo ganase las elecciones podría convertir al Perú en un narco-estado.  

Como se ha apreciado en los últimos años, la mayoría de los jóvenes, campesinos, obreros agrarios, profesores, mineros, estudiantes, pueblos indígenas y otros sujetos, han manifestado en numerosas oportunidades su repudio a la corrupción, al desdén y el menosprecio de la gran mayoría de la clase política, así como también de los poderosos grupos económicos liderados por la Confederación Nacional de Instituciones Empresariales Privadas (CONFIEP). Este menosprecio ha sumido a la población peruana en una gran crisis económica, social, política y sanitaria, de tal magnitud que no existen antecedentes históricos.  

Errores a superar 

Desde el 2017, el ambiente político fue de descontento para la gran mayoría de la población peruana. En algunas coyunturas, incluso, las manifestaciones ocurridas podrían ser calificarlas como una insurrección larvada inconsciente. Esta situación no fue captada en toda su amplitud y significado por Juntos por el Perú (JP) y su candidata Verónika Mendoza, quienes se equivocaron en su diagnóstico, al no darse cuenta de la demanda popular por un programa que estableciera un cambio radical respecto a las ofertas políticas de elecciones pasadas. Pareciera, más bien, que JP trató de ganar votos en los sectores sociales pudientes calificados como estratos “A” y “B”. 

Además de no hacer un buen diagnóstico, lo que es fundamental, es posible citar otros graves errores en la izquierda: insuficiente información sobre los planteamientos de otras fuerzas de izquierda y su crítica desde el desconocimiento; divisionismo; caer en las trampas de las preguntas de la prensa sobre temas externos; aceptar la presencia de candidatos “oportunistas” en sus listas para el Congreso sin exigir un mínimo de 2 años de militancia, etc.  

En las candidaturas para las elecciones 2021, una vez más, después de décadas, las fuerzas de izquierda no pudieron formar un frente unido, sino solo parcialmente, a través de JP. Las razones fueron varias y tal vez correctas pero lo concreto es que no se logró una amplia unidad. Entre esas razones ¿cuánto peso tuvo el querer ser “cabeza de ratón”, defecto que se debe desterrar si algún día la izquierda desea triunfar en las elecciones (¿tal vez en las del 6 de junio de 2021?). 

No es ético ni conveniente criticar a otra fuerza de izquierda en un medio de comunicación (la derecha se frota las manos contentas), menos aun si no se ha leído su programa y sus planteamientos. Hay que buscar los puntos de coincidencia, y si hay aspectos importantes que requieren ser criticados hacerlo directamente, en una mesa de diálogo, y hacerlo de buena fe, aceptando el riesgo de que nuestra crítica puede ser total o parcialmente errónea. 

Tampoco se pueden pedir garantías a la otra parte. Al contrario, es necesario manifestar confianza en las otras partes si se quiere avanzar hacia un frente de lucha. Ello no impide defender las propuestas propias con entusiasmo. Las mentiras, las traiciones de una fuerza política, deben ser sancionadas por el pueblo, como ha sucedido en estas elecciones. Fue por ejemplo el caso del Apra, que ni siquiera pudo presentar candidatos, o del Partido Popular Cristiano (PPC) y el Partido Nacionalista Peruano (PNP) de Humala, entre otros, que apenas superaron el 1%. 

Otro error muy importante de señalar es un cierto “mesianismo” en las fuerzas de la izquierda “institucional”, cuando una de ellas se considera “la única y la auténtica”, consciente o inconscientemente, y descalifica a las otras, y no es capaz de reconocer y felicitar hidalgamente a la fuerza que ganó, como parece haber sucedido una vez más este 11 de abril. 

El “tiro por la culata” de la derecha 

Un hecho modificó la perspectiva de las elecciones. Los sectores políticos y económicos afines a la visión de la CONFIEP, propietarios de la mayoría de los medios de comunicación, se propusieron impedir que Juntos por el Perú pase a la segunda vuelta, para lo cual facilitaron a Perú Libre la difusión de sus propuestas con el fin de restarle votos de izquierda a JP. Si bien lograron su objetivo no imaginaron que, con esa táctica, PL, con un programa de izquierda radical, podía pasar en primer puesto a la segunda vuelta. 

El pueblo necesita que la izquierda gane las elecciones para salir de la crisis múltiple 

Sin quedarse en el aspecto religioso, se dice que “la voz del pueblo es la voz de dios”. Los verdaderos partidos de izquierda aceptan los veredictos políticos del pueblo, a quien defienden. En estas elecciones del 2021 el pueblo decidió que la fuerza de izquierda que lo representa es Perú Libre, y no tenemos otra opción que aceptarlo y apoyarlo. Un hecho histórico que ha ocurrido en estas elecciones es que, por primera vez, un profesor de primaria y rondero campesino va a disputar la segunda vuelta. ¿No es un gran orgullo para la izquierda? 

Mas allá de quien gane en la segunda vuelta, la lucha del pueblo peruano por la justicia social se va a profundizar y se hará más difícil. No solo por las grandes crisis mencionadas, sino porque si gana Pedro Castillo las fuerzas contrarias trataran de destituirlo valiéndose de un parlamento altamente fragmentado, o al menos de impedir que trate de concretar alguna parte de su plan de gobierno. A ello se sumará el sabotaje económico, político y social promovido por las grandes empresas, con el apoyo de la mentira y la calumnia de todos los días en la gran mayoría de los medios de comunicación. 

Para quien ama al Perú y la justicia, al leer el Plan de Gobierno de Perú Libre (el artículo de German Alarco en Diario Uno hace un buen resumen) encontrará en él muchas de sus aspiraciones. Se pueden agregar otras, idóneas y justas. Al respecto, Pedro Castillo se manifestó dispuesto a sumarlas a sus planteamientos y a modificarlos si se demuestra que son en beneficio del pueblo; y ha llamado a concertar a todas las fuerzas y movimientos que desean apoyar los intereses del 90% de los peruanos. 

Seamos realistas 

Ni siquiera una gran parte del Plan de Gobierno de Perú Libre podrá cumplirse, pues hay que cambiar casi todo en el Perú, y eso no se podrá hacer ni en 5, ni en 10 años. En parte por la enorme dificultad de las tareas -200 años de injusticias-, a lo que hay que agregar la obstrucción, el combate, el sabotaje de las fuerzas que apoyan a los “dueños del país”, los que incluso no dudarán en buscar un golpe de Estado. 

Gran parte de la lucha en los próximos diez años estará en salvar vidas de nuevas pandemias que nos afectaran; en establecer una nueva Constitución del pueblo; en atender lo más urgente en materia de educación; en la reactivación económica popular; en la realización de una segunda reforma agraria; en la seguridad alimentaria; en la recuperación de la soberanía sobre nuestros recursos naturales; en protegerlos del cambio climático y la deforestación; en reconocer un estado plurinacional con la participación de los pueblos autóctonos andinos y amazónicos.  

La lucha será más intensa después de las elecciones 

Por lo expuesto la lucha será más intensa y habrá que tomar las calles para que una parte de las reivindicaciones populares contenidas en el programa de Pedro Castillo puedan concretarse. La unidad de las fuerzas de izquierda será imprescindible y tendrá que realizarse en las calles. 

Todos debemos a dar una oportunidad para que una parte del Programa de Perú Libre pueda cumplirse y para acumular fuerzas para la izquierda en los difíciles años que vienen. Su liderazgo en la izquierda ha sido legitimado por el voto del pueblo. ¡Seamos leales y amantes del Perú votando por el profesor Pedro Castillo!