El Cuartel de la Montaña 4 de Febrero es un icónico fuerte militar instalado en una de las zonas populares más grandes de Caracas, que funciona como museo histórico y desde 2013, alberga el Mausoleo del Comandante Hugo Chávez.

Esta semana, la antigua base castrense se convierte en el foco de las actividades para celebrar los 30 años de la rebelión militar del 4 de febrero de 1992, fecha que marcó el inicio del chavismo como fuerza política rebelde.

Fue dentro de este cuartel, donde el entonces teniente coronel Hugo Chávez comandó a los soldados que asumieron la insurgencia para derrocar al presidente Carlos Andrés Pérez, en reacción a la difícil situación económica y social que experimentaba el país.

¿Qué pasó el 4F?

En los albores de febrero de 1992, en toda Venezuela corría la noticia de que un grupo de militares se había insubordinado contra el gobierno de Pérez. No existían los celulares ni redes sociales, así que la gente esperaba por algún avance en radio o televisión porque la prensa escrita solo podía leerse al día siguiente.

En las regiones del país no se sabía con certeza sobre lo que pasaba en Caracas durante la madrugada del 4 de febrero. Sin embargo, en las imágenes televisivas aparecía un tanque militar tratando de abrir la puerta del Palacio de Miraflores, la sede del gobierno venezolano, y luego un par de mensajes del presidente Pérez asegurando que todo estaba bajo control.

En las casas, constantemente, repicaban los teléfonos. Cada llamada era una versión distinta, en muchas decían que el golpe había sido exitoso y que Pérez estaba preso. También hubo comunicación entre los familiares de los militares que estaban sumados al golpe, que advertían que aún no se había logrado el objetivo y que las vidas de los rebeldes corrían peligro si fracasaban.

El país se mantenía en vilo. Gran parte de la población, aunque tensa, se mostraba con esperanza, pues la tan ansiada salida del Gobierno impopular de Pérez —que tres años antes había enfrentado el estallido social del 27 de febrero de 1989, conocido como “El Caracazo“— estaba a punto de concretarse.

En algunas provincias los rumores corrían rápido y  dejaban entrever medianamente lo que sucedía. Se decía que algunos estados ya estaban controlados por los militares insurgentes, pero la información sobre Caracas aún era una interrogante.

Las largas horas de tensión se acabaron cuando se informó desde Caracas que los rebeldes habían sido contenidos, incluyendo al líder de los insurgentes, quien comandaba la operación desde el Cuartel de la Montaña, en la popular parroquia 23 de Enero, un lugar estratégico que está ubicado sobre una planicie con vista a toda Caracas, y especialmente hacia Miraflores.

El “por ahora” de Chávez”

Ante la zozobra que permeaba al país, las autoridades gubernamentales tuvieron que recurrir a los medios de comunicación para poner fin a la insurrección, pues aún había comandos alzados en otras regiones. El llamado televisado, que se transmitió en cadena nacional, no lo protagonizó ningún funcionario del gobierno de Pérez sino el comandante de los rebeldes: el teniente coronel Hugo Chávez.

El objetivo del gobierno de Pérez era que el líder de la rebelión instara a los militares alzados —que aún estaban en batalla— a que se rindieran. Lo que no previeron los funcionarios de Pérez era que aquellos segundos en televisión que le permitieron a ese soldado, hasta entonces desconocido, se traduciría en un punto de quiebre que cambiaría la historia de Venezuela.

En las cámaras aparecían junto a Chávez varios funcionarios del Gobierno de Pérez, entre ellos el vicealmirante Elías Daniels Hernández, quien pidió a los periodistas, que cubrían la información en Miraflores, que no le hicieran preguntas al líder rebelde, que aún llevaba puesto su traje de campaña y boína roja.

“Primero que nada, quiero dar los buenos días a todo el pueblo de Venezuela y, este mensaje bolivariano va dirigido a los valientes soldados que se encuentran en el Regimiento de Paracaidistas de Aragua y en la Brigada de Valencia: Compañeros, lamentablemente, por ahora, los objetivos que nos planteamos no fueron logrados en la ciudad capital, es decir, nosotros acá en Caracas, no logramos controlar el poder”, dijo Chávez al inicio de su discurso, frase que dejó sembrada en el colectivo, en medio de una severa crisis que estaba marcada por la profunda desigualdad, la pobreza y la corrupción gubernamental.

Acto seguido, agregó: “Ustedes lo hicieron muy bien por allá, pero ya es tiempo de evitar más derramamiento de sangre, ya es tiempo de reflexionar y vendrán nuevas situaciones y el país tiene que enrumbarse definitivamente hacia un destino mejor. Así que oigan mi palabra. Oigan al Comandante Chávez, quien les lanza este mensaje para que, por favor, reflexionen y depongan las armas porque ya, en verdad, los objetivos que nos hemos trazado a nivel nacional, es imposible que los logremos. Compañeros, oigan este mensaje solidario. Les agradezco su lealtad, les agradezco su valentía, su desprendimiento, y yo, ante el país y ante ustedes, asumo la responsabilidad de este movimiento militar bolivariano. Muchas gracias”.

¿Por qué fue exitoso el discurso de Chávez?

El académico, profesor, semiólogo y escritor venezolano Manuel Bermúdez, fallecido en 2009, analizó años atrás el discurso del líder del chavismo en un artículo titulado “El ‘por ahora’ del comandante Chávez”. En su explicación resalta que aunque el mensaje “no pasó de 175 palabras y de 30 segundos”, sus palabras le dieron al país “toda una onda de admiración que se resume en el sintagma verbal: ‘por ahora’, que se utiliza en el habla popular como una bandera de simpatía y esperanza”.

Bermúdez resalta que Chávez logró armar un discurso de varios tiempos y múltiples metamensajes, que no solamente iban dirigidos a sus compañeros de armas, a quienes enalteció como “valientes”, sino también a una población marginada, que en su voz sintió aliento y esperanza.

“El sintagma ‘por ahora’, que por sí solo no expresa otro sentido que el de ‘tiempo aproximado’, dentro del contexto verbal e histórico del discurso, se carga de significación y de esperanzas. Por eso añade más adelante: ‘Y vendrán nuevas situaciones. El país tiene que enrumbarse definitivamente hacia un camino mejor'”, explica Bermúdez.

Luego, señala que Chávez, como hablante, “ocupó un espacio y un tiempo muy especiales. Con el uniforme de paracaidista, y la postura firme que mantuvo en medio del vicealmirante Daniels y de los otros altos oficiales de las Fuerzas Armadas, no parecía derrotado, sino vencedor“.

Sobre esto, el actual ministro de Defensa, Vladimir Padrino López, resaltó en una de las actividades con motivo de los 30 años del 4 de Febrero, que las palabras de Chávez y su gesta, junto a los demás compañeros de armas, fueron la siembra del “Día de la Dignidad Nacional”.

“Esa llama encendida del 4F será inextinguible en el alma, el corazón y la razón de nosotros, por eso debemos rescatar las raíces originarias, mantener vivo el espíritu libre y las ideas del comandante. Sigamos el camino de la victoria, de la dignidad, de la igualdad y la esperanza, seamos ese sueño encarnado de Bolívar y demostremos de que estamos hechos”, dijo Padrino.

El Cuartel 4 de Febrero

El Cuartel de la Montaña, ahora llamado “4 de Febrero” o “4F” tiene más de un siglo de historias que se remontan hasta 1903, cuando el presidente Cipriano Castro ordenó construir la Academia Militar de Venezuela para la formación de oficiales. Fue inaugurado el 23 de mayo de 1907 en una colina cercana al Calvario, conocida como La Planicie, y para ese momento era la base militar más grande de Latinoamérica.

Funcionó como Academia Militar hasta 1950, salvo algunos años (de 1928 a 1937), cuando la escuela fue mudada a Maracay por “motivos políticos-militares”. Luego se mantuvo como recinto educativo hasta 1950, año en que pasó a ser sede del Ministerio de la Defensa, y en 1981 se transformó en Museo Histórico Militar.

El emblemático cuartel obtiene el nombre de “4F” a raíz de la insurrección militar que protagonizaron los rebeldes que encabezó Chávez y dio origen al chavismo, un movimiento político y popular que años más tarde llevó a su líder a ganar las elecciones presidenciales.

Tras su fallecimiento, el 5 de marzo de 2013, el cuartel se convirtió en sede del Mausoleo del Comandante Chávez, al que se llega justo después de pasar el pasillo de las banderas y la puerta que da entrada al patio central del fuerte.

El sarcófago, que siempre es escoltado por cuatro guardias de honor, está sobre la “Flor de los Cuatro Elementos“, obra diseñada por el arquitecto venezolano Fruto Vivas, inspirada en el fuego, el viento, la tierra y el agua, y que simboliza el florecer de los ideales de la patria.

En los pasillos hay varias salas alusivas a Chávez para mostrar su vida más allá del líder político. En ellas se narran historias de su niñez, su familia, los líderes históricos que lo influenciaron, su deporte favorito: el béisbol. También se encuentran obras, regalos, fotografías y objetos que utilizó, y se reseñan momentos destacados de la historia militar venezolana.

El Museo es de entrada gratuita y se mantiene abierto para toda persona que desee visitarlo. Entre sus actividades diarias está el disparo de salva, a las 4:25 de la tarde —hora en que falleció Chávez— un acto simbólico que se realiza desde una terraza que da vista al Palacio de Miraflores y que rinde honores al Comandante.

La señora Herminia Díaz, que estuvo en el cuartel esta semana, dijo a RT que ella siempre visita a Chávez para agradecerle por la vivienda propia que le entregó y para pedirle por el bienestar del país. “Chávez nos acompaña, está aquí, con su energía y nos protege, él sigue vivo en nosotros y en la gente buena. Pasará mucho tiempo para que un líder y ser humano como él vuelva a existir”.