La posibilidad de que se reconstituya alguna forma de confederación o ente peruano-boliviano ayudaría a ambas naciones a vencer a los grandes intereses que buscan mantener en el atraso y en la opresión a las mayorías populares.

 

Los gabinetes en pleno de los Gobiernos de Perú y Bolivia se han reunido en La Paz. Por primera vez en ambos países que ocupan la cuenca del Titicaca, el lago navegable más grande y también más alto de Sudamérica, hay presidentes izquierdistas de raigambre popular. 
 

El Perú se denomina la tierra de los incas, pero la verdad es que ellos provienen del altiplano que hoy comparten ambas repúblicas, mientras que Bolivia es el único país en donde el Tahuantinsuyo se extendió en regiones de todos sus 9 departamentos. Según el gran lingüista Rodolfo Cerrón Palomino la lengua originaria de Manco Cápac fue el puquina, la cual se hablaba en las zonas limítrofes de Bolivia, Perú y Chile, mientras que el quechua y aimara (que hoy son habladas proporcionalmente más en Bolivia que en Perú) provienen del norte y del sur de la región de Lima, respectivamente. 
 

Durante siglos no ha existido barreras entre ambos países. Las civilizaciones de Tiahuanaco y el Tahuantinsuyo se expandieron en ambos lados de lo que antes se llamó el gran Puquinacocha (lago Puquina). Los incas denominaron a la región más grande de su imperio en honor a los collas que habitaban el Titicaca (y de la cual descienden). Cuando los conquistadores llegaron al Collasuyo rebautizaron a la mayor parte de este como el Alto Perú. Las grandes insurrecciones quechuaymaras de los dos Túpac (Amaru y Katari) de 1780-81 se dieron simultáneamente en el Alto y “Bajo” Perú. Hace 196 años atrás, cuando en 1825 Bolívar llegó al Alto Perú, allí se decidió dejar de usar ese nombre para crear una nueva república con el nombre del libertador y poder separarla del resto del Perú. 
 

Once años después de ello se creó la Confederación Peruano Boliviana, la cual duró casi 40 meses, desde mayo 1936 a agosto 1939. La superficie de dicho Estado bordeaba los 3 millones de kilómetros cuadrados, un área muy superior al de cualquier república hispanohablante actual, y ligeramente inferior a la India, la séptima nación del mundo en cuanto a superficie. En su momento fue, también, un Estado con tanta o mayor población que la del gigante brasileño. 
 

Dicha confederación se dio el lujo de ganarle una guerra a Argentina e integró a su territorio zonas de las provincias gauchas de Salta y Jujuy. A pesar de que Bernardo O’Higgins, el fundador de Chile, apoyaba a dicha confederación fundada hace 185 años atrás, fuerzas chilenas aliadas con enemigos peruanos del Mariscal Santa Cruz lograron derrotar a este y dividir y anular la Confederación. Al dejar de ser un solo Estado Perú y Bolivia terminaron perdiendo territorios ante todos sus vecinos. 
 

La posibilidad de que se reconstituya alguna forma de confederación o ente peruano-boliviano podría ayudar a los altoperuanos a tener una salida directa al mar a través de una unidad aduanera y un mercado común. Esta clase de bloque ayudaría a ambas naciones a vencer a los grandes intereses que buscan mantener en el atraso y en la opresión a las mayorías, particularmente a las de origen amerindio y africano. 
 

Todos los bailes de los carnavales del altiplano boliviano se bailan también en Puno y en regiones aledañas. Los trajes, comidas y rasgos físicos de los pobladores de las dos márgenes del Titicaca son iguales. 
 

El Perú puede aprender mucho del ejemplo boliviano, pues su indomable pueblo ha sido capaz de impulsar con sus grandes marchas (e incluso huelgas generales) la caída de terribles golpes y dictaduras de derecha (1952, 1978, 1979, 1982, 2004 y 2019-20). La única forma mediante la cual las masas bolivianas lograron acabar con el neoliberalismo impuesto con el shock de Paz Estenssoro (1985) fue mediante grandes movilizaciones y huelgas, las mismas que también fueron claves para evitar intentos golpistas y revertir el cuartelazo que puso a la senadora Añez en Palacio. El ejemplo de las movilizaciones de los altoperuanos debe servir a los “bajoperuanos” a prepararse frente a los cada vez más abiertos intentos de la ultraderecha y de este Congreso para hacer un golpe parlamentario que instaure una dictadura represiva similar a la hoy encarcelada Añez. 
 

Para Castillo debe ser importante ver el tremendo peso de los sindicatos y las organizaciones populares en Bolivia. Desde 1952 hay una sola confederación sindical, la Central Obrera Boliviana (COB), además de la Confederación Sindical Única de Trabajadores Campesinos de Bolivia (CSUCTB) y las juntas vecinales. Todas estas entidades, junto con las asambleas y los cabildos abiertos, han sido claves en lograr arrinconar y producir derrotas a la derecha golpista, la cual incluso ha querido dividir al país. En Perú el Gobierno requiere impulsar la sindicalización (cosa que hasta Biden plantea para EE.UU.) y la formación de asambleas populares y cabildos como la mejor vía de evitar un golpe parlamentario y lograr imponer que busque acabar con la pobreza en un país tan rico.  
 

Cuando Castillo y sus ministros visiten la plaza mayor de La Paz van a ver un farol en el cual fue colgado un anterior presidente nacionalista, Gualberto Villarroel, en julio 1946. Si su gobierno no quiere acabar igual no le queda otro camino que el de aprender de las masas bolivianas, para quienes sus marchas y sindicatos han sido esenciales en hacer frente al golpismo.