Los discursos neocoloniales y de odio, difundidos por la prensa occidental, se propagan como parte de un plan sistemático.

“La democracia es el peor de los sistemas, pero el único posible, hay que tratar de suscribir y vivir dentro de ello”

Mauricio Macri

 

“lo importante de unas elecciones, no es que haya libertad en esas elecciones, sino votar bien, y votar bien es algo muy importante, porque los países que votan mal, como ha ocurrido con algunos países latinoamericanos, lo pagan caro”.

Mario Vargas Llosa

 

“El indigenismo es el nuevo comunismo”

José María Aznar

 

Estas citas textuales, enunciadas en tres entrevistas distintas y difundidas masivamente, podrían parecer tonterías de Macri, Vargas Llosa y Aznar lanzadas al aire. Una estupidez de cada uno, que no aguanta el mínimo análisis y muy fáciles de responder para personas comunes, ni siquiera desde la izquierda. Pero no es que los tres se volvieran tontos de golpe. Forman parte del cogollo intelectual y son voceros de la nueva construcción del fascismo. Es un discurso sencillo, destinado a convencer a las grandes mayorías, con palabras y conceptos simples, engañosos, falsos, lo que el poeta Thiago de Mello llama “el fango engañoso de las palabras.”

 

Tres personajes de alto nivel en el escenario de las oligarquías y las monarquías, en el mundo de los “dueños del dinero”. Esto no pasaría de lo anecdótico si no fuera porque detrás de ellos hay un coro bien entrenado y unos medios de comunicación que los amplifican día y noche. Entre el conjunto que lo repite está la Gobernadora de Madrid Isabel Díaz Ayuso, el dirigente del PP en España, Pablo Casado y el partido VOX. En Nuestramérica, de norte a sur, el PAN en México, la derecha guatemalteca, la nicaragüense, la venezolana, la colombiana y en Ecuadorc con su ex vicepresidente, Otto Sonnenholzner, firmante de la Carta de Madrid; la derecha extrema peruana, el gobierno de Piñera en Chile que persigue a los migrantes; Bolsonaro, los grupos fascistas bolivianos, paraguayos, y otros más. Todos emiten el mismo discurso de una manera u otra, con las mismas palabras y los mismos conceptos.

 

Esto es un plan muy bien pensado, destinado a construir las ideas fascistas del Siglo XXI. Dicen: la democracia es buena, ¡pero!…cuidado, depende por quien voten. Si votan por quien está en contra de “los ricos y los empresarios, que sí saben gobernar” entonces la democracia es un peligro. Y dicen: “no es que yo defienda las dictaduras, pero tampoco se puede entregar el gobierno a unos irresponsables, que piensan en la redistribución de la riqueza nacional a través de la gratuidad de la salud, la educación, o peor aún en el trabajo con salarios dignos y la vivienda.”

 

Ya el otro discurso, referente al indigenismo y las “posiciones contra España y los españoles”, raya en la demencia senil, pero cuidado porque tendrá espacio en España y en Portugal, lo que ellos llaman la “iberosfera”. Sin caricaturizar, hablo de la demencia senil, no porque piense que Aznar lo sea, sino porque esas ideas antiguas tienen 200 o más años. El tema no son los españoles, no es España, no es ni siquiera la Conquista. El tema es la mentalidad colonial y neocolonial de opresión que llevan estos mencionados oráculos de la derecha y el fascismo.

 

Bien estructurado el alegato, cala entre las mentes más frágiles de los pueblos, incluyendo el español y el portugués, que aún temen al “comunismo”, a la “izquierda”, a “los indios” y de paso a “los negros”. Muy bien estructurado y lanzado por los medios de comunicación de todos nuestros países y los de Europa y EE.UU., va tomando cuerpo en nuestras sociedades y electorados. El insulto al “otro”, que hoy es el venezolano perseguido en Ecuador en Carchi, incitado por el traidor de Lenin Moreno; en Perú donde se habla de los venezolanos como delincuentes; en Chile en Iquique donde con banderas negras queman las poquísimas y pobres pertenencias de los migrantes; o en EEUU donde se laza y se azota a los migrantes haitianos que además son doblemente “el otro” extranjero y negro o negra. En ese mismo tono se trata a Nicolás Maduro, a Daniel Ortega y a Miguel Díaz-Canel, presidentes legítimos y demonizados por defender la soberanía de sus países.

 

Es un discurso preparado en el marco de la teoría de Goebbels, que logró convencer a los alemanes de que las “razas inferiores”, entre ellas los judíos, gitanos, rusos o polacos, eran los malos de la humanidad. O en el marco de la sanguinaria dictadura argentina donde los generales sanguinarios o los civiles delincuenciales, como Isabelita o López Rega, exterminaron a miles de personas y “desaparecieron” a 30 mil muchachos y muchachas, arrojando a muchos desde los aviones al mar.

 

Es un discurso repetido mil veces para convencernos de que las lumpenoligarquías son las únicas capaces de gobernar. Nadie habla en contra de “los españoles” como dice Aznar, nadie habla en contra de “los estadounidenses”, se habla con mucha precisión de sus políticas neocoloniales e imperiales que, las siguen saqueando literalmente nuestras riquezas.

 

Pero ellos sí hablan de los indios, las indias, los negros, las negras, los chinos y las chinas, en forma peyorativa y despreciativa. Pero no solamente eso, siguen tratándolas y tratándolos como mano de obra barata y semiesclava, “como a peones de las guaneras del Siglo XXI” como dice mi más dilecta amiga. Y peor aún, justifican sus cuentas en los paraísos fiscales tal y como acaban de transparentar los Pandora Papers

 

En resumen, no es que se hayan vuelto tontos y digan sandeces, están construyendo un argumento bien pensado y orquestado en el marco del Plan Cóndor 2, difundido por toda la prensa de “occidente” (salvo pocas excepciones) y sin dejar de apuntar a las mentes más frágiles, alternando en el tema contra Cuba, Nicaragua y Venezuela, como un mismo paquete. Es extremadamente peligroso y la construcción del pensamiento fascista avanza. Somos la mayoría, somos más y mejores, pero si nos descuidamos seremos la carne de cañón de nuestros propios hermanos, que después dirán “no sabíamos”, como ocurrió en Alemania o Argentina, y entonces será muy tarde.