Solo superar y revertir el golpe de 2016 permitirá a Brasil rescatar la democracia y, con ella, la autoestima, el crecimiento económico, la generación de empleo y la lucha contra la desigualdad.

En la guerra híbrida, la nueva forma de golpes de derecha, el golpe contra Dilma fue decisivo. Fue una forma de ruptura institucional de la democracia, erosionando la democracia desde adentro. 

  

 De la misma manera que mucho antes se gestaba el golpe de 1964, con la fundación de la Escuela Superior de Guerra, a fines de la década de 1940, el golpe contra Dilma tiene su antecedente más importante unos años antes, con las movilizaciones de 2013 , con los medios de comunicación jugando un papel fundamental en revertir las demandas iniciales, en imponer la lucha contra la política y la corrupción. 

  

Esta descalificación de la política se retomó en las movilizaciones de 2015, en preparación al golpe de 2016. Contra la política eea contra el PT, contra los gobiernos del PT. 

  

Allí, en la ruptura de la democracia, con un impeachment contra Dilma, sin razón legal ni constitucional, comenzaron las tragedias que vive Brasil hoy. Com la rupturade la democracia, ya no fue la voluntad de la mayoría, sino la manipulación minoritaria de las élites, lo que llegó a prevalecer. 

 

El gobierno de Temer, a diferencia de los gobiernos de Lula y Dilma, no fue producto del voto mayoritario de los brasileños, sino de un golpe de Estado, que eliminó a una presidenta reelegida por la mayoría de los votos de la población, para poner en su lugar un vicepresidente , reelegido con un programa y puso en práctica el programa derrotado de la oposición. Si faltaba algo para caracterizar que fue un golpe a la democracia, ahí está este giro para retomar el neoliberalismo, derrotado cuatro veces en elecciones democráticas. 

  

Fue así como se interrumpió el período de gobierno más virtuoso de Brasil. Un gobierno que retomó el crecimiento económico, que generó más de 22 millones de puestos de trabajo con contrato formal, que elevó el salario mínimo un 70% por encima de la inflación. 

  

 Que promovió grandes inversiones estatales, sin producir inflación ni déficit público, acabando con el dogma neoliberal. Que fortaleció al Estado, con inversiones públicas, con la expansión de la educación pública y la fundación de 18 universidades públicas -la mayoría de ellas en el noreste-, y la salud pública, especialmente el SUS. 

  

Brasil nunca ha tenido una imagen internacional tan prestigiosa, con Lula como protagonista de grandes eventos en el escenario mundial. Nunca tuvo tan buenas relaciones con países latinoamericanos, nunca yuvo tantas relaciones con países africanos. 

  

Fue un momento especial en la historia brasileña, que solo pudo romperse con el colapso de la democracia en 2016. A partir de entonces, todo lo que se había construido en su mejor momento fue destruido. El Estado brasileño atravesó un proceso de deterioro de los activos públicos por privatizaciones. Las políticas sociales han sido destruidas por drásticos recortes de recursos. Los derechos conquistados por los trabajadores fueron liquidados, arrojando a la mayoría de los brasileños a la supervivencia en la precariedad. 

  

Por eso el golpe contra Dilma fue la línea divisoria entre un momento ascendente de Brasil como país y como democracia y este momento de decadencia, como país y como democracia. Este fue’el giro de 2016, que ahora completa 5 años trágicos para Brasil y para los brasileños. 

  

Años de Temer y Bolsonaro, presidentes sin legitimidad y sin prestigio, que degradaron la imagen misma de la presidencia en Brasil. Eso proyectó la peor imagen que Brasil ha tenido en el mundo. 

  

Tiempos de infelicidad, desesperación, abandono, autoritarismo. Ir de Lula a Bolsonaro es ir del cielo al infierno, del prestigio al descrédito, de la legitimidad a la ilegitimidad. 

  

Solo superar y revertir el golpe de 2016 permitirá a Brasil rescatar la democracia y, con ella, la autoestima, el crecimiento económico, la generación de empleo, la lucha prioritaria contra la desigualdad con la prioridad de las políticas sociales, la educación y la salud primero. 

  

Cinco años de tragedia humanitaria, que será revertida por la voluntad mayoritaria de los brasileños, a través de elecciones democráticas, que pasarán esta página catastrófica en la historia brasileña.