Si leyeron el Tercer Ojo de Lombsang Rampa recordaran como describía la utilización de las boñigas de yak secas como combustible para calentar la casa o la comida. Explicaba que había una reserva inagotable de boñigas aunque una vez echadas al fuego producían un humo de espantoso olor. A partir de excrementos, y con un poco de tecnología, hay pueblos en
Como ven en todos estos casos y en muchos otros tenemos varios elementos en común que destacar. Ingenio, aprovechamiento, reciclamiento, energía limpia, renovable, pero los que quisiera destacar son dos menos habituales: facilidad en su tecnología (muy poca inversión económica, fáciles de replicar, etc.) y diseñados para su uso a pequeña escala, lo que en definitiva nos lleva al concepto clave: energías que permiten independencia y autonomía.
Lamentablemente las políticas energéticas globales, tanto en su versión no renovable como en las energías verdes, tienden hacia modelos a gran escala que transfieren inequívocamente el control (y los beneficios) a las grandes corporaciones. El impulso de la energía eólica, solar y ahora los agrocombustibles no va acompañado de un impulso a modelos de gestión a pequeña escala y podemos llegar a situaciones de dependencia similar a los actuales. Estas energías nacidas en el campo deberían ser claves para favorecer un medio rural vivo e independiente. Si no es así, serían energías malgastadas.
– Gustavo Duch Guillot es director de Veterinarios sin Fronteras (España) http://www.veterinariossinfronteras.org